Opinión

Este Gordo lo cantamos nosotros

Ya podemos ir pensando en la participación que queramos adquirir para el sorteo de la lotería extraordinaria que organiza el Gobierno para las próximas navidades. Rajoy, aunque es firme defensor de que el trabajo y la economía son la mejor lotería, se ha dejado influir por el espíritu de las navidades futuras, y con la seguridad que le caracteriza, dice que –probablemente- las elecciones generales serán el 20 de diciembre.
El Presidente apura la legislatura hasta el límite, intentando arañar unos puestecillos –a puestos no llegan- de trabajo más, y jugándosela a la mejora de los síntomas de recuperación social y económica y al desgaste de sus adversarios en la carrera hacia la Moncloa. No faltarán los apoyos de carácter internacional, besos, abrazos y palmaditas en la espalda de grandes líderes del mundo político y empresarial, fraguados en la forja de su dirección de campaña. 
Llega la hora de ponerse guapos, de lucir las mejores galas, sombra aquí, sombra allá. Mira ahora, puedes mirar, que ya me he puesto maquillaje. Pero necesitarán más luces que sombras. Y qué mejor fecha que el domingo más próximo a las fiestas de paz y amor por excelencia. El equipo de partido, por no dar puntada –ni putada- sin hilo, se habrá fijado en los muchos estudios psicológicos y de marketing que afirman que la navidad y el año nuevo representan un tiempo de reflexión, de perdón, de sanar y de volver a empezar. Una época en que las personas más insospechadas se vuelven buenas –o tontas- y cariñosas hasta casi la náusea, en algún caso.
Son además fechas de compulsión e irreflexión. Compulsión por las compras, por las cenas, las comidas con los amigos, el reencuentro con la familia propia y con la otra, la suegra, el cuñado. ¿Cuentan con que toda esta felicidad y confusión puede ayudar a cosechar los votos de quienes no son acérrimos partidarios? El riesgo no es menor, puesto que las navidades también son tiempo de reproches a flor de piel, que llegan a veces a las manos.
El sorteo está ya muy cerca y tenemos todos un décimo asegurado y una oportunidad mayor que nunca de conseguir el primer premio, pudiendo participar de la celebración de los ganadores, que generalmente compartimos con los premiados por televisión con alegre decepción. Esta vez, la lotería la vamos a cantar los ciudadanos y ciudadanas de este país desencantado, que decidiremos juntos quién será merecedor del gordo y si los premios estarán o no muy repartidos. Como los niños de San Ildefonso, ya vamos afinando.
 

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