Opinión

Depende

Lo de la independencia, ya depende. En su huida frenética hacia adelante Puigdemont no admite vacilación, como seguramente tampoco lo hará la mayoría de quienes apoyan con furia la ruptura de Cataluña con España, que no saben que la obstinación sin dudas suele dar lugar a equivocación. 
Si bien es cierto que también el Gobierno y los partidos constitucionalistas, aunque a algunos les tiemble el pulso y la voz, son firmes y obstinados a la hora de evitar la secesión forzosa, cuentan con el respaldo del ordenamiento jurídico y de unas reglas de juego que no se pueden transgredir. Estas dos posiciones enfrentadas y enrocadas han ido in crescendo y empujándose mutuamente hacia un barranco dejando víctimas convencidas bajo sus pies, antes de la caída inevitable.
Sin embargo, el pulso de la determinación suicida de Puigdemont contra lo que parece la inacción o pachorra de Rajoy, llegados a este punto de no retorno ha estallado en incertidumbre y desconfianza en ambos bandos, pero sobre todo en el catalanista. Por eso, ahora la economía y la pela acude al auxilio de la masa silenciosa y temerosa –o precavida- de ciudadanos catalanes que consideran la vida y la felicidad por encima de cualquier nacionalismo, con mayor gravedad cuando quiere ser impuesto. 
Ahora la independencia depende, para la banca, para la empresa, para el negocio. Porque el día en que las desgracias aprendan el camino de tu casa, múdate. Eso ha hecho Banco Sabadell, y en ello está también Caixabank, monstruos del sistema bancario y financiero español; español ahora más que nunca. La puerta la abrió antes la biofarmacéutica Oryzon, que se disparó en bolsa al trasladar su sede de Barcelona a Madrid y le seguirán infinidad de empresas al amparo del decreto del Gobierno que facilitará la salida “expres” de la asfixia independentista. 
Y mientras Puigdemont sigue dándole al mazo, sin temor y sin dudas, mirando para otro lado para no ver que finalmente dará con los dedos contra el yunque, el Gobierno de España deja madurar el asunto hasta un extremo insospechado e incomprensible para muchos pero confiando en que finalmente se pueda brindar por la solución de este asunto con burbujas Freixenet domiciliadas lejos de San Sadurní de Noya. 
 

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