Opinión

Claro que sí, guapi

Cumplió Terminator con volver y cumple ahora también Pedro Sánchez presentando su candidatura a secretario general del PSOE para tratar de instalarse en un futuro inconsistente construido sobre un pasado reciente de derrota y hiel, con el sinsabor de haberse visto rechazado por una parte importante de su partido fragmentado, que acabó dejándole en la cuneta. 
Déjanos pasado, déjanos pesado, fue el mensaje con el que despidieron y enseñaron la puerta de salida a Sánchez, que ahora reinterpreta el significado como una oportunidad para dejar atrás su pretérito imperfecto y cumplir con el mandato sagrado de la militancia del que se considera legítimamente investido.
En su breve y selectivo periplo por España, el desterrado líder socialista se ha preguntado a sí mismo y a cuatro o cinco militantes apasionados más si debía resurgir de sus cenizas y recuperar el trono que le fue arrebatado por la espalda y a traición; y se ha contestado sin oposición alguna con la frase más viral y cotidiana del momento, gracias a uno de los fenómenos publicitarios televisivos: “claro que sí, guapi”. La frase es de un anuncio que promociona una app para que cualquiera pueda vender su ropa usada o demodé y su ritmo y musicalidad se han metido en la cabeza de muchísimas personas que utilizan el eslogan para dar todas las alegres respuestas afirmativas que procedan. “Chic para mí, chic para ti. Me compro ropa, luego la vendo, así consigo ese rollito que yo tengo”.
Si Pedro Sánchez pudiendo no ser chic para mí, pudiese ser chic para ti, podría finalmente venderse a sí mismo, aunque fuese con una rebajita –de expectativas, tal vez- y la masa socialista que le hubiese dado su apoyo acabaría, como en el anuncio, feliz y haciendo “twerking”. ¿No sería esto fantástico para el Partido Popular y para un Podemos con el corazón de sus apasionados líderes roto por el desamor? “Claro que sí, guapi”.

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