Opinión

Catastróficas desdichas

El ex ministro de Industria, Energía y Turismo ha renunciado a todos sus cargos, como no podía ser de otro modo en virtud de la naturaleza de su puesto, “a la luz” de los errores cometidos a lo largo de los últimos días en relación a las explicaciones sobre sus actividades empresariales. Se va cabizbajo y confuso, sin entender la información precisa sobre los hechos que se le achacan, del mismo modo que los ciudadanos no comprendemos el recibo de la luz ni la razón de su inflado importe. 
A la última víctima, hasta ahora, de los papeles de Panamá podemos creerle -como manifiesta- firme partidario de la ejemplaridad en la política, puesto que ha renunciado -con la energía propia de la cartera que dirigía- a todos sus cargos públicos y representativos, incluso a su condición de Diputado. Una vez dejado atrás el estrés del puesto podrá tomarse unos días para hacer turismo y comprobar en primera persona el estado del sector que gestionaba como ministro. 
Aunque no son pocos los salpicados por este asunto de las cuestionadas empresas offshore, la mención a José Manuel Soria sorprendió a muchos. De Bertín Osborne podíamos esperarlo, porque siempre fue un vagabundo que rodaba por el mundo, pero otros como Almodóvar, Imanol Arias o el mismo Vargas Llosa, han llamado más la atención por su condición de ricos menos acaudalados, tal vez. Particularmente, lo único que me desconcierta de este asunto es lo corta que se me hace la lista de partícipes en las empresas y sociedades controvertidas, partiendo de la base de que no ha trascendido hasta el momento el nombre de ningún implicado pobre. ¿A alguien le extraña que sean generalmente los más privilegiados quienes utilicen los medios a su alcance para garantizar su permanencia y progresión en dicho club, aún a riesgo de bordear o atravesar directamente la línea de la ética o la legalidad? ¿Han escuchado a alguien comentar: ¡oye, qué raro que haya tantos políticos y millonarios metidos en corruptela o corrupción!  La capa todo lo tapa. 
Pero que no nos tomen por gilipollas. Sabemos que si no fuera por una serie de catastróficas desdichas, nunca conoceríamos sus trapos sucios, y tendríamos que comulgar con sus promesas de honorabilidad y falsa transparencia. Menos mal que la vida y algún funcionario con cojones en Hacienda nos regala una liquidación complementaria de doscientos mil euros de José María Aznar, y una multa de setenta mil, para el desentrenado Inspector Superior de Finanzas del Estado en excedencia. El corpore sano del ex presidente, se comió su mens sana, y no acertó a recordar todos los principios tributarios que estudió cuando preparó la oposición. 
En fin, en los papeles de Panamá hay poca noticia puesto que no hay gran novedad en el hecho de que quién más tiene –salvo honrosas excepciones- más desea, y sin demasiados escrúpulos. Para los demás, si queremos ser ricos, lejos de afanarnos en aumentar nuestros bienes, debemos disminuir nuestra codicia.  

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