Opinión

Aquí no ha pasado nada

Que no era para ponerse así, por una cosita entre amigos, sin importancia, que no iba en serio ni tenía la menor transcendencia, que si se podía se podía y si no, no pasaba nada, hombre. Que si se era independiente muy bien, y en caso contrario el asunto quedaría pendiente, siempre que estuviese claro que el carácter simbólico de la constitución de la república catalana no nos lo discutiera nadie. Todo esto sin querer menospreciar la Constitución y el Estatut ni dejar de respetar las leyes y las resoluciones de los tribunales, si acaso interpretarlas un poquito laxamente a nuestra manera -my way, que diría Sinatra- y sin agobios.  Lo que ocurre es que el Gobierno del Estado -y sobre todo Rajoy, que siempre nos pareció un poco amargado, la verdad- se lo ha tomado a la tremenda, cuando la cuestión ni siquiera iba con España, era una coñita nuestra, y se han puesto súper quisquillosos, pejigueros y -por qué no decirlo- se han ofendido casi sin motivo, sacando el asunto de quicio y llevándolo al terreno personal y por las malas.
Pero, pelillos a la mar, Forcadell y los miembros de la mesa del Parlament investigados toman el único camino que les podría librar inicialmente de la cárcel, con una quejumbrosa explicación similar a la expuesta, junto con la manifestaciónreal de que, o bien renuncian a la actividad política futura o, en caso de seguir ejerciéndola, lo harán renunciando a cualquier actuación fuera del marco constitucional. Con un tono un poquito más plano y menos reivindicativo al que nos tenían acostumbrados, se apuntan al "no se nos ha entendido bien", su señoría. Que aquí no ha pasado nada.
Habrá quien se regocije diciendo que se han rajado o se han cagado, que el Estado se ha impuesto y que han expuesto su cobardía ante el miedo a las fuertes penas de prisión que se corresponden a los presuntos delitos que se les imputan. No necesariamente. Más bien parece que se haya puesto a funcionar el sentido común (©Rajoy), y el instinto básico de supervivencia les haya dictado la actitud y las palabras necesarias para volver a casa desde el juzgado, libres o con una fianza asequible, para empezar. Lo que realmente piensan no habrá cambiado en absoluto y el arrepentimiento -si es que lo hay- se lo creerán las personas piadosas, de buena fé y gran corazón. El juez, no obstante, también ha de tenerlo en consideración. 
Menos inteligente ha sido el gobierno de Puigdemont. Unos están ya en prisión provisional por desdeñar el curso de la actuación judicial y anteponer el orgullo colectivo a entonar un mea culpa que nadie les iba a pedir que fuera sincero. Otros toman aliento fuera de España parapetados tras un líder plurilingüe pero exangüe que trata de elevarse sobre sus etéreas razones  para llegar a un cielo internacional desde donde más dura será la caída. Y luego está Junqueras, que vive instalado en la lucha del Bien contra el Mal, intentando salir de la Tierra Oscura y llegar a Hobbiton, como si de Frodo se tratara. De momento, desde luego, está en el agujero, donde vivía un hobbit. En esta ocasión, va a ser difícil quitarle el anillo y la razón a Sauron-Rajoy.

Te puede interesar