Opinión

El antipacto

Cuando el apóstol Juan se refería en sus Cartas al Anticristo, anunciaba la llegada, prevista para el fin de los tiempos, de un adversario decisivo de Jesús. El antagonista de Cristo, que se opondría completamente a la verdadera naturaleza del hijo de Dios. 
Esta es hoy también la esencia del pacto de “no investidura” de PSOE-Ciudadanos, que nace desnaturalizado al ser un acuerdo entre dos partes que perfila asuntos de naturaleza relativa y moldea las políticas ideológicas de cada partido –flexibles, por otra parte-, sin servir más que para frustrar cualquier posibilidad de gobierno.
El Antipacto, con el que se acaba el tiempo y las posibilidades de entendimiento entre las fuerzas políticas, ha abierto definitivamente a Podemos el camino del exorcismo, para abandonar el cuerpo del soñado acuerdo bipartito con los socialistas que nunca se consumará. Los podemitas se sienten traicionados e inermes para lograr la expulsión del mal acuerdo que se ha fraguado. El Partido Popular, por su parte, nunca se sintió poseído del espíritu de la negociación vacua, por lo que lejos de sufrir tal desengaño, se muestra sorprendido del entusiasmo solemne de Pedro Sánchez y Albert Rivera por el éxito de unas negociaciones de juguete. 
La posesión diabólica de estas dos almas en un único cuerpo y el Antipacto no asusta a la vieja derecha, acostumbrada a contar siempre con el amparo de la Iglesia. Para los populares, la vía de las nuevas elecciones queda expedita y con ella la fe en la resurrección. Y Pablo Iglesias, seguramente desde el agnosticismo, y en su línea de comunicación de advertencia arremangada, les deseará a estos nuevos socios del desgobierno que encuentren su destino por los caminos que han tomado para evitarlo.

Te puede interesar