Opinión

De aquellos polvos...

Primero fue Zapatero quien, de forma claramente electoralista, trató de ganarse la voluntad de los catalanes, prometiendo aceptar el Estatuto de Autonomía que las cortes catalanas decidiesen.
Después fue Rajoy quien, de forma claramente electoralista también, tratando de lanzar contra Zapatero todos los sapos y las culebras de una oposición sectaria, sin el más mínimo sentido de Estado, y pasando de cualquier vía de aproximación y de diálogo, rompió la baraja y denunció ante el Tribunal Constitucional un acuerdo votado por mayoría en las cortes catalanas, retocado en el Congreso de Diputados y vuelto a votar en Cataluña.
A continuación fue un sesgado y manipulado Tribunal Constitucional quien, cercenando por anticonstitucionales aspectos del Estatut que sí se aprobaron en otras cortes, como las valencianas, terminó por aguar lo que pudo haber sido la solución de un fenomenal problema.
Y por último, una crisis económica sin precedentes que ha deteriorado a la sociedad catalana, cuyo presidente, el muy honorable señor Mas, en vez de afrontar, ha culpado a "la España que nos roba" envolviéndose en la sempiterna bandera catalanista, en esta ocasión estelada, y emprendido una huida hacia adelante con la que arrastrar hacia una incierta solución independentista la buena voluntad de miles de electores: algunos clara y tradicionalmente soberanistas y otros confundidos y cabreados.
De aquellos polvos vinieron estos lodos.
Y mientras tanto el presidente Rajoy trata de atrincherarse en su inacción con frase hueras con las que exige "prudencia, moderación, sensatez y sentido común" al presidente de la Generalitat de Cataluña, afirmando que "Cataluña no se va a ir de Europa que es lo que se le está proponiendo a los ciudadanos..." Y se queda tan pancho.
Ante el mayor problema por el que atraviesa nuestro país es todo lo que se le ocurre decir. Ni un atisbo de diálogo, ni el más mínimo intento de encontrar una solución que facilite la convivencia. Nada. Todo lo que se le ocurre es echar mano del reciente problema griego para crear falsos paralelismos con los que meter miedo.
Y es que la crisis griega le está sirviendo a nuestro presidente para arreglar rotos y descosidos; desde el aviso a navegantes ante el posible auge de Podemos, y su "colaborador" Pedro Sánchez, hasta "esos políticos catalanes que prometen cosas" como Alexis Tsipras, a sabiendas de que jamás podrán cumplirlas.
Y eso es todo: fin de la cita.
Para ello, Rajoy se armará en septiembre con nuevos recursos legales y operativos con los que frenar cualquier intento secesionista. De diálogos y entendimientos, nada de nada.

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