Opinión

Brexit y 26J

Enfrascados como estamos en la repetición de elecciones y con una campaña electoral en puertas donde el espectáculo, que no las ofertas, acaparan los noticiarios, la posible salida de Gran Bretaña de la Unión Europea nos coge lejos.
Es como si el "desastre" sin paliativos que supondría el brexit a nivel económico para el resto de los socios nos fuera ajeno. Pero la pérdida económica de la City londinense sería un juego de niños comparado con el deterioro en la imagen de la unidad europea, con el proyecto común. En una UE que atraviesa su peor crisis de identidad con el drama de los refugiados, las heridas de las políticas de austeridad, y la extrema derecha controlando los países del este, solo falta el portazo de Londres.
De producirse el Brexit (las encuestas, a día de hoy, están casi igualadas entre el sí y el no) vamos a despertar abruptamente del ensimismamiento. Como el referéndum se celebra el día veintitrés de junio, a setenta y dos horas de la cita con las urnas, el resultado va a influir, a prisa y corriendo en muchas indecisiones actuales.
Si se van, el mismo veinticuatro comenzarán las turbulencias en los mercados, los nervios en las cancillerías y la subida de las primas de riesgo. Esta inestabilidad beneficiaría al Partido Popular pues el temor a una nueva crisis hace al voto más conservador y temeroso. Y al grito de más vale malo conocido que bueno por conocer, votantes de centro volverían a meter en las urnas la papeleta de la gaviota.
Si, por el contrario, Gran Bretaña decide seguir en la Unión Europea, la tentación de riesgo crece. Precisamente para forzar a Bruselas, ahora ya sin amenazas de segregación por medio, a afrontar con coraje el drama de los muertos en el Mediterráneo, el freno al rigor en el gasto público como única receta económica, el voto a Unidos Podemos es la alternativa.
Solo la emoción ante los resultados de un referéndum que hemos ignorado hasta hoy puede llevar a un voto tan simplista. Si Londres se marcha Mariano Rajoy no puede hacer otra cosa que sumarse a las decisiones del resto de los socios, aceptando, como ha hecho siempre, las decisiones que se tomen en Berlín y Paris. Como hará cualquiera que se encuentre en la Moncloa. Y las alegrías de la coalición Iglesias/Garzón durarían ese fin de semana pos electoral.
Pese a que Podemos abomina ahora de su apoyo a Syriza y a Tsipras, e insiste en que el peso económico de Grecia en la UE no es comparable al de España, la senda marcada es la misma para todos. Luego su hipotético gobierno deberá seguir la senda de la rectificación de todas sus propuestas como han hecho los griegos.
En ese momento tanto el PSOE como Ciudadanos, ninguneados en campaña electoral, pueden convertirse en alternativa frente al voto del miedo. Porque el Brexit da miedo aunque miremos para otro lado.

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