Opinión

Pensiones: No necesitamos suerte, si no movernos

Llevan años intentándolo, pero nadie puede negar ya que estamos abocados, en el mejor de los casos, hacia un sistema de pensiones empobrecido y meramente asistencial, o lo que es lo mismo, que las percepciones que recibirán en poco tiempo los jubilados tenderán a  homogeneizarse, con independencia de que las cotizaciones que se hayan realizado a lo largo de la vida laboral hayan sido más o menos altas. Y tenderán a hacerlo muy a la baja.
¿Es posible que existan en España asuntos más importantes sobre los que ocuparse? Es posible que alguien lo afirme, aunque no por ello, hemos de obviar que es uno de los asuntos que hoy por hoy más preocupa a la ciudadanía. No podemos sustraernos que a nivel macro, las pensiones de jubilación suponen la mayor partida del gasto público en protección social (un 40% del presupuesto, 145.000 millones de euros) y a nivel micro, el ingreso más importante para cerca de los, hoy,  9 millones  de jubilados españoles.
Son muchas las causas que han provocado la quiebra técnica en la que se encuentra el actual sistema de pensiones. Somos el penúltimo país europeo en natalidad, cuestión que ahoga el acceso de cotizantes futuros, pero por otra parte somos el país de mayor esperanza de vida, por lo que la bolsa de beneficiarios no hace más que engordar año a año. Además, nos encontramos con que las personas que quieren trabajar no pueden hacerlo y por lo tanto no contribuyen a pagar las pensiones corrientes y los que lo hacen y sufren de la precariedad salarial, lo hacen en muy pequeño volumen.
Se puede afrontar el problema con políticas “patada hacia adelante”, véase, el incremento progresivo de la edad de jubilación que decreto a decreto puede llegar hasta los 100 años; incremento de las cotizaciones a cargo de empresas y trabajadores; incremento el déficit público financiado con deuda; recortes de gasto en otras partidas para destinarlas al sistema; incremento de la presión fiscal con el mismo objetivo; congelación y recorte de las pensiones… Todo ello sin reconocer la falta de sostenibilidad del sistema. 
O bien, con algo más de audacia, reconociendo la quiebra del sistema e intentando su adaptación a una nueva realidad económica, social y demográfica. Creo que es inevitable la paulatina transición hacia sistemas de capitalización o a modelos en los que los empresarios puedan contribuir a planes de pensiones privados en nombre de los trabajadores. Pero como esto también lo proponen VOX y un tal Bolsonaro, hay que callarse.

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