Opinión

La insoportable levedad del legado

Acaso la vanidad del gobernante le haga sobrevalorar el legado que cree dejar tras su mandato. El administrado olvida pronto; y para éste, es aún más efímero el legado que creyó aportar el mandatario. Solemos contentarnos con que, al menos, hayan sido mínimamente honestos y no trascienda ningún abuso cometido en la gestión de los recursos públicos. Pero me pregunto si no podríamos ser un pelín más ambiciosos y aspirar a que la honestidad, la honradez y hasta la buena gestión  sean commodities  consustanciales con la acción política de quienes nos gobiernan. Es decir, que vaya de suyo en la profesión y que no seamos tan rácanos como para no anhelar mayores cometidos.  
Un fresco primero de mayo de 2009 me encontraba en el llamado Jardín Japonés Orense en el set que instaló Telemiño para el seguimiento de la jornada electoral que habría de decidir si Pérez Touriño continuaba como presidente del gobierno autonómico. Todas las encuestas preveían continuismo. ¿Todas? ¡No! Un irreductible grupo de comunicación en Orense presentaba un tracking de encuestas que, a contracorriente de todos los pronósticos, daba a Feijoó la llave de Monte Pío. Así fue, aquellos galos acertaron, y el de Los Peares se proclamó presidente con los 38 escaños que las sólo las encuestas de La Región vaticinaron. Creo que unos días después la conversación fue más o menos de este tenor: “Alberto, no sé si estarás cuatro, ocho o quizá más años gobernando... lo que sí  cierto es que cuando te vayas vas a pasar, quieras o no, al ostracismo, por muy bien o mal que lo hagas. Fíjate, Fraga estuvo quince años y mi hija no sabe quién fue. Sabe que el Camino de Santiago es muy famoso, pero tampoco tiene ni idea de quién fue Portomeñe. La verdad es que tú podrías hacer algo grande. Te doy una sugerencia. Podrías ser recordado por generaciones si, pongamos por ejemplo, gobiernas durante ocho años y los alumnos que hoy tienen nueve años acaban el bachillerato siendo bilingües en inglés. ¿Te imaginas el legado brutal? ¿Qué te parece?" Su respuesta fue escueta aunque esperanzadora "Uhmm... interesante. Lo consideraré"
No sé cuál será finalmente su legado. Quizá otros de mayor trascendencia, pero ése del que hablamos seguro que, más bien, no. Creo que es un buen presidente, un tío honesto, con muchas cualidades,…. E, insisto, quizá esto contente y sea suficiente para muchos. Sin embargo, creo que ya es hora de exigirnos algo más. Qué tal si aspiramos a tener futuros esperanzadores antes que pasados imprevisibles. 

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