Opinión

Donde falta la previsión, faltará la provisión

Cuando apenas nos hemos sacudido de los devastadores efectos de la ominosa década de crisis económica que hemos padecido, me acechan constantes sospechas sobre la próxima ola que se aproxima. Puede que padezca del trastorno de síndrome postraumático, como aquél que habiendo padecido una pena, catástrofe o fatalidad, siente la aprensión y la desconfianza posterior a que esta circunstancia se repita pero, lamentablemente, creo que no soy el único.
Unos lo vinculan con teorías de ciclos económicos capitalistas supeditados a los cambios tecnológicos, otros lo relacionan con la guerra comercial entre EEUU y China, algunos a la proliferación de gobiernos y corrientes populistas, y reputados economistas a la proliferación de “empresas basura” estadounidenses con precarios equilibrios en su financiación que pueden abocarlas, junto con sus acreedores, al colapso. Pero la mayoría, coincide en afirmar que en términos de déficit y deuda pública, España sería el país más afectado de la eurozona y que difícilmente podría afrontar un nuevo episodio de crisis sistémica, ya que no está preparada siquiera para una coyuntural desaceleración económica.
Si todos estos vaticinios tienen consistencia, la clave será conocer el momento en el que esta nueva crisis vaya a manifestarse pero, sobre todo, cómo el gobierno la haya previsto y su capacidad para poder anticiparse. Pero tengo serias dudas sobre la competencia de quienes han presupuestado que un viaje en Falcon cuesta 200 euros para desempeñar tal ejercicio de responsabilidad previsora. 
Tenemos en un ejemplo encima de la mesa. Los presupuestos del gobierno del doctor Sánchez no parece que vayan por la senda de arreglar el tejado mientras brille el sol, es decir, de tomar las medidas necesarias para fortalecer la economía española antes de que nos estalle en las narices . No se percibe voluntad para sanear las cuentas públicas, reducir el déficit y rebajar la deuda pública, sino más bien lo contrario. Nada tampoco para encarar el cambio productivo y sectorial que se avecina o avanzar en la flexibilización del mercado de trabajo,…
Lo que si se percibe es que los presupuestos responden a un afán del Sanchismo para aferrarse al poder a expensas de cualquier otro interés, salvo el de conseguir que sus tan democráticos y constitucionalistas socios se los aprueben. Para ello, ha incrementado la inversión en Cataluña más del 66% para situarla en el triple de la media de las demás comunidades autónomas. Bien triste panorama el contemplar cómo un prófugo de la justicia española decide sobre la estabilidad y el futuro de un país cuya economía está dentro de las trece más importantes del mundo.

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