Opinión

Cuando la injuria es una forma de talento

El empresario valenciano Juan Roig, presidente de Mercadona, dio a conocer esta semana los resultados del ejercicio 2018, que presentan unas ventas de 24.305 millones de euros (un 6% más que en 2017) y un beneficio neto de 593 millones (un 84% más que el ejercicio anterior). Por su parte, los resultados de Inditex fueron de 26.145 millones de euros (3% más que 2017) con un beneficio de 3.444 euros (un 2% por encima del registrado en 2017). 
Está tardando la “Sexta” en redifundir los aplaudidos reportajes de su estrella Jordi Évole en los que se empeñó en teñir de sombras la imagen de estas dos gigantes compañías. La fórmula televisiva que, para estos casos, utilizó Évole, fue la habitual; la dramatización artificiosa e hipócrita del relato. Impecablemente realizada, por cierto. La post producción tiene una garra impecable, llena de emociones. Se empieza con una descripción más o menos amable y objetiva de la empresa en cuestión, entrevistando a sus altos cargos, repasando sus magnitudes, recordando sus millonarios beneficios, visitando las instalaciones y sus innovadores procesos productivos para hacernos ver un entorno modélico, intachable. Pero pronto pasa de ese idílico escenario a otro bien distinto. Fruto de su sagacidad informativa, de su espíritu de periodista de investigación y de su vocación de “Robin Hood” urbano, cruza al lado oscuro. Alimenta ahora el dramatismo con cámaras ocultas, confesiones clandestinas, testimonios distorsionados y perfiles ocultos, salvaguarda de fatales represalias de los jefes contra sus protagonistas. Un intra proveedor que, a pesar de haber multiplicado por diez su facturación, se siente explotado por el margen con el que está obligado a trabajar; una trabajadora que se sintió presionada porque el servicio médico le hizo un seguimiento con el objetivo de evaluar si su baja estaba artificialmente prolongada, u otra camboyana que, presionada por el periodista con el cebo de que cinco jerséis se correspondía con todo su suelo, le respondió “pues que compren los occidentales muchos jerséis, porque yo podré vivir mejor aquí”. Todo resulta válido para demostrar la execrable condición de los empresarios que basan su éxito en el sufrimiento y explotación de sus trabajadores. 
El éxito de estos dos modelos de excelencia empresarial, no podría entenderse, entre otros muchos factores, sin una red de proveedores motivados, sin el reconocimiento de sus relaciones laborales y sin unos consumidores plenamente satisfechos con los productos que ofrecen. Ambas organizaciones, además, han nacido desde cero y fueron capitalizadas por el esfuerzo y capacidad de sus propietarios, que hicieron grandes sus organizaciones al margen del favor político. Lo triste es que las injurias tiene una gran ventaja sobre la razón; son admitidas sin pruebas por una multitud de televidentes.

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