Opinión

Responsabilidades y explicaciones

El escándalo de los billetes falsos a Cíes proporciona cada día que pasa más motivos para la indignación de los usuarios y la preocupación de los vigueses. La salvaje actuación de las navieras que realizan el transporte de viajeros a las islas ha desembocado en un problema mayúsculo que está dañando la imagen de las Cíes y de Vigo, y afectando negativamente a la joya turística viguesa y gallega. Por ello, debe aclararse hasta el último de sus términos el bochornoso caos ofrecido a turistas y usuarios del archipiélago, así como esclarecerse hasta el último extremo las responsabilidades del desastre.
No hay duda de que los culpables de la desvergüenza son las navieras, que en un afán de lucro sin límites han llevado la situación hasta términos insostenibles perjudicando  y engañando a miles de viajeros, atraídos por un paraíso singular del que pretendían disfrutar y a los que se ha dejado tirados. Ninguna medida ni sanción a las empresas va a resarcir a las personas afectadas, a las que se ha arruinado sus planes de vacaciones. En todo caso, sobre las navieras deberán caer las medidas más duras.
Pero más allá de ello, hay una inequívoca responsabilidad política del desastre, y esa es de la Xunta, y en concreto de la consellería de Medio Ambiente, que gestiona el parque de Cíes. Bien está que haya tomado medidas ante los desmanes de las navieras, pero es más discutible la forma y el momento. Hasta el tercer día del desastre, ayer, su responsable, Beatriz Mato, no se dignó en pronunciarse sobre el tema. Eso sí, lo hizo desde la isla de Sálvora, donde prefirió visitar el entorno amable del trabajo de unos voluntarios antes que desplazarse a Vigo y enfrentarse cara a cara con el problema, pedir cuentas a las empresas o dar soluciones a los cientos de afectados. 
Y en medio de sus anuncios de sanciones ejemplarizantes y su loable llamada a cumplir las normas, resulta muy preocupante que señale que las navieras han incumplido “reiteradamente” los cupos de viajes y de ahí los expedientes. O sea, que la conselleira sabía que se estaban incumpliendo las normas pero no se tomaron medidas nada menos que hasta el 20 de agosto. Pero no lo dijo sólo Beatriz Mato, lo dijo también uno una de las navieras, Nabia, que tras admitir la sobreventa de billetes, señalaba que la situación era igual a la de años anteriores y se sorprendía por la actuación ahora de la Xunta. Si esto es así, el asunto es de una extraordinaria gravedad: si se conocía el tema ya desde semanas antes e incluso veranos anteriores, habrá que saber por qué no se tomaron medidas para evitarlo y se dejó pasar el asunto hasta acabar en leves sanciones que las empresas pagaron gustosas para seguir cometiendo los mismos desmanes, o peores.
Por todo ello, el Gobierno gallego, y en concreto la titular de Medio Ambiente debe asumir sus responsabilidades en este escándalo, explicar los pormenores y señalar a los responsables de esta actuación tardía e insuficiente. Galicia y Vigo se juegan mucho en la reputación de una de sus joyas turísticas. Por eso se requiere la colaboración de todos, dejar de lado guerras políticas, solventar los problemas y trabajar al unísono para que Cíes siga siendo el tesoro preciado que alcance el objetivo de Patrimonio de la Humanidad con el apoyo unánime de toda Galicia como en su día lo tuvieron la Muralla de Lugo, la Torre de Hércules o la Ribeira Sacra. Será el triunfo de todos.

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