Opinión

Cómo manejar el aluvión turístico que nos invade

Las cifras son apabullantes. Setenta millones de turistas desembarcarán en España a lo largo del 2016. Un éxito sin precedentes que se debe en gran parte a la crisis política y al terrorismo que se vive en algunos países del Mediterráneo como Túnez, Egipto y Turquía, pero también a las bondades que les ofrece nuestro país en gastronomía, hoteles de lujo, casas rurales con encanto, paisajes maravillosos, playas de todo tipo, museos y una riqueza arquitectónica que pocos países tienen. Y, cómo no, buen clima, ocio y diversión para todos los gustos ya que de todo tenemos y en abundancia. 
Las preguntas que nos hacemos muchos ciudadanos es si estamos preparados para recibir este turismo a gran escala, si nos conviene o no, ya que si bien es cierto que generan mucho dinero también lo es que los destrozos son muy costosos y si no sería conveniente elegir entre turismo de cantidad o de calidad. Hay que tener en cuenta que al paso que vamos España se convertirá, ya se ha convertido, en un país de servicios, apto para los más exquisitos paladares pero también para otros que no lo son tanto y a los que sorprendentemente algunos ayuntamientos les dan todo tipo de facilidades para que utilicen de mala manera nuestras estructuras viales, sanitarias y de convivencia. Hasta el punto de que son muchos los vecinos del centro de Barcelona, de Salou, o de Baleares, que se quejan, con razón, de los destrozos que ocasionan esas concentraciones de jóvenes llegados del Reino Unido en su mayor parte y que aterrizan en nuestros pueblos y ciudades como debieron aterrizar los vándalos con la única intención de divertirse al precio que sea, bien emborrachándose hasta caer exhaustos en la calle, bien lanzándose desde un balcón a una piscina imaginaria. Una moda que se ha cobrado muchas vidas ya, todas de jóvenes que en su afán por extender al límite la diversión no dudan en poner en grave peligro su vida.
Es lógico que si les preguntas a los hoteleros o a los restauradores si merece la pena este turismo enloquecido de bajo coste, la mayoría te dirá que sí, sobre todo después de la grave crisis que hemos pasado, y que permite gracias a la reforma laboral del señor Rajoy, hacer contratos miserables a sus empleados. A ese ejército de hombres y mujeres que estaban condenados al paro, y que hoy gracias a esos setenta millones de turistas han encontrado trabajo, aunque este sea precario y temporal.
No soy experta en economía de mercado, pero sí me gusta reflexionar sobre los cambios que se están produciendo en la sociedad en la que vivimos. De ahí que vea con cierta preocupación esta llegada masiva de turistas para la que no se si estamos preparados, al menos en cuanto a limpieza y sanidad se refiere. Teniendo en cuenta que si a una ciudad cualquiera, Madrid por ejemplo, llegan dos o tres millones de personas más, es lógico que se resienta la limpieza de nuestras calles, puesto que generan mucha más basura, de la misma manera que se pueden resentir nuestros centros de salud, en una época del año en que la mayoría están en mínimos de personal y camas.
Sorprende que ningún líder político hable de cosas tan importantes como es la planificación del turismo presente y futuro, tampoco de la sanidad pública, de la cultura y hasta del agua -dicen que el futuro oro líquido será el agua- y de tantos otros temas que se han quedado congelados debido a la falta de gobierno y de oposición, entretenidos como andan todos en apuntalar su futuro.

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