Opinión

Luces y sombras en la vida de Juan Carlos I

La publicación en OK Diario de unas conversaciones privadas de Don Juan Carlos de Borbón ha puesto el foco sobre la vida privada del Rey emérito. Aspectos sentimentales desconocidos para una mayoría de los ciudadanos, no así para una parte importante de la prensa ni de los editores de los grandes medios de comunicación de nuestro país, muchos de los cuales participaron en lo que se dio en llamar "El pacto de los editores", que se llevó a cabo con la clara intención de velar por la estabilidad y el prestigio del Rey.
Es preciso entender por qué se tomaban determinadas decisiones, en unos años en los que los crímenes de ETA ocupaban la mayor parte de las portadas de los diarios así como los continuos ruidos de sables y el descontento de altos mandos militares ante lo que estaba ocurriendo que desembocaría en el 23 F, después de un periodo de inestabilidad política debido a las guerras intestinas entre los barones de la UCD que obligaron a Adolfo Suárez a dimitir.
Un panorama político y social muy complicado que hacía peligrar los incipientes avances conseguidos. De ahí la necesidad de salvaguardar a un hombre que si bien es cierto que ha tenido sus debilidades y sus sombras, también lo es que en muy poco tiempo se convirtió en el mejor relaciones públicas de nuestro país. Años en los que países como Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Alemania o Arabia Saudí nos miraban con desconfianza pero, que gracias a las gestiones del Rey, nos abrieron puertas que hasta ese momento habían permanecido cerradas. Fue la razón de que España se pusiera de moda y la Transición española -tan denostada por los representantes de las nuevas formaciones- se estudiara como un modelo a seguir por aquellos países donde todavía no se habían conseguido las libertades de las que hemos disfrutado los españoles de varias generaciones.
39 años ha reinado el Rey Juan Carlos. Un larguísimo periodo de tiempo que le permitió moverse en el plano privado con total libertad y no porque la prensa no se hiciera eco de algunos de sus romances: ahí están las hemerotecas del Diario El Mundo y la revista Tribuna para demostrar que la historia de Bárbara Rey o Marta Gayá, no son nuevas y estaban en boca de todo aquel que tuviera cercanía con el poder o los medios. ¿O acaso Bárbara Rey no ha asistido durante años a programas de máxima audiencia para contarlo? Lista como es, dosificó bien su experiencia al lado del monarca para así mantener su estatus de "amante del Rey" que tantos beneficios económicos le ha proporcionado.
Diferente es la historia con Marta Gayá, quien al contrario que Bárbara ha mantenido un perfil bajo antes y después de terminar la relación lo que le ha permitido mantener una muy buena amistad con el Rey emérito.
No quiero terminar sin preguntarme: ¿Por qué ni el director del CNI ni el ministro del Interior han comparecido públicamente para explicar quién, cómo y por qué se han filtrado esas conversaciones? En un Estado de Derecho, los servicios secretos están para vigilar todo aquello que suponga un peligro para la seguridad nacional pero de eso a utilizarlos como chantaje con oscuros intereses hay un abismo. Convertir unas grabaciones en moneda de cambio por intereses espúreos casi treinta años después, resulta altamente preocupante.

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