Opinión

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Durante muchos años, por estas fechas, este billete rezumaba un cierto malestar por la actitud incomprensible de quienes no querían rendirse a la evidencia, caerse del guindo o como san Pablo caerse del caballo. Para quienes con una cierta edad fuimos francófonos y en consecuencia francófilos y parisinos de adopción, lo que ocurría cada año en la pista central de Roland Garros, mientras jugaba y luego acababa ganando Rafa Nadal, era indignante. Pero esta vez se han portado y han reconocido que el tenista español ha conseguido un récord que se tardará mucho en repetir. La pista en pie ha aplaudido a Nadal, le han rendido un homenaje audiovisual y desde el primer momento han asumido con resignación como se fraguaba lo inevitable, y ganaba por décima vez el torneo el mejor tenista del mundo sobre tierra batida. A ver si no se les olvida el próximo año.    

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