Opinión

Universidad

A pesar de los esfuerzos de los funcionarios de prisiones por revertir esa opinión siempre se ha dicho que las cárceles eran la universidad del delito, donde los delincuentes que entraban acababan por aprender técnicas que no sabían. De ahí la importancia de la clasificación de los reclusos y de que no se mezclen veteranos y neófitos en esas lides. La coincidencia de un buen número de presuntos delincuentes relacionados con la corrupción política y económica en la cárcel madrileña de Soto del Real ha llevado a las autoridades penitenciarias a dispersarlos dentro de la prisión. Cierto que la mayoría no podrán volver a realizar sus fechorías donde estaban pero en las horas de patio juntos podían intercambiar conocimientos dada su experiencia en la Administración y en el mundo empresarial, que les podría llevar a organizar nuevos 'bisnes' cuando se encontraran fuera, dado que no todos los que pasan por ella se rehabilitan, y la cárcel habría continuado siendo una universidad.  

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