Opinión

Tenis

Llamada a reverdecer viejos laureles, a elevar al ánimo de los practicantes del deporte televisado y de aquellos que ven en las competiciones deportivas un barómetro sobre el ánimo del país, Garbiñee Muguruza, lejos de dar alegrías no deja de dar disgustos. Las causa de su errático comportamiento en la pistas solo ella y su entrenador las deben saber. Quién es capaz de lograr los mayores triunfos y sucesivamente caer a las primeras de cambio ante rivales de las que apenas se conoce su nombre, tiene un problema. Quizás de falta de concentración o de falta de compromiso. La aparición de la tenista hispanovenezolana en los medios de comunicación se reparte a medias entre la narración de sus fracasos deportivos y la presencia en redes sociales luciendo palmito. Y es una lástima porque, cuando se pone, es  capaz de llegar al número uno del mundo en lo suyo. Garbiñe es joven y puede enderezar su carrera. Pero el crédito se le acaba.   

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