Dicen que el alma pesa 21 gramos, porque al parecer eso es lo que se adelgaza cuando se exhala el último suspiro. La cantidad es imperceptible. En una persona que pesara ochenta kilos supondría el 0,026%, lo que representa un argumento muy pequeño para los materialistas. Un experto británico en detección de engaños afirma que al mentir la expresión cambia durante 25 milésimas de segundo. Otra fracción prácticamente imperceptible para el ojo humano y un argumento político magnífico para quienes dicen que no se dieron cuenta de que Ignacio González mentía cuando le preguntaban por sus chanchullos. Conociendo esta última magnitud infinitesimal más de un político va a dormir tranquilo y los jueces y fiscales van a tener que recurrir a la moviola y pasar a cámara lenta las declaraciones de los testigos para pillarles en el renuncio.
