Opinión

Guerra de banderas

A lo largo de los años ochenta y noventa se sucedieron en las fiestas de muchos municipios del País Vasco distintas escaramuzas de la guerra de las banderas cada vez que desde el balcón de la casa consistorial se izaba la enseña nacional y se producían enfrentamientos entre abertzales radicales y las fuerzas de seguridad. Aquellos enfrentamientos se dirimen ahora en los tribunales y afortunadamente no se producen altercados, pero los protagonistas de los hechos son los mismos, los nacionalistas radicales que vulneran la ley -o se aprovechan del vacío legal- al colocar la ikurriña en el balcón del Ayuntamiento de Pamplona, por ejemplo; o en Cataluña con la estelada, la bandera independentista. Son ejemplos de un nacionalismo provinciano y excluyente aunque se revista de pluralismo, y que es un nuevo juego entre legalidad y legitimidad. La guerra de las banderas ha cambiado de campo de batalla, pero lo mejor para la convivencia ciudadana es no comenzar las escaramuzas.

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