Para quienes prefieren la polémica a la justicia, el invento es una bicha que ha venido a matar el debate de barra de bar del que viven aquellos que consideran que es mejor el agravio o el victimismo que rendirse a la evidencia. Y si se trata de que arruina la emoción, nada más lejos de la realidad. Después de un partido lamentable de la selección española de fútbol en su último partido de la fase de grupos hubo que esperar hasta el minuto noventa para que mediante la revisión del VAR se diera por bueno el gol de Iago Aspas que suponía el empate con Marruecos y, simultáneamente, en el otro partido del mismo grupo entre Portugal e Irán se daba por bueno un penalti para el equipo asiático donde lo hubo. Y todo en el mismo minuto trepidante que superaba en emoción al resto del partido que jugó España, la gran beneficiada en esta ocasión porque el videoarbitraje – la máquina- ha vuelto a enmendar la plana a los árbitros de carne y hueso.
