Opinión

Bufonadas

En todo grupo humano hay un gracioso, un guasón, alguien ingenioso que alegra a vida a los demás con su chispa. Pero la línea que separa al chistoso del patoso es tan tenue que hay que tener mucho estilo para agradar sin ofender. No parece que sea el caso del portavoz parlamentario del PP, Rafael Hernando, amigo de la provocación gratuita y de la bronca que la ha vuelto a liar al hacer mención a la relación sentimental entre Pablo Iglesias e Irene Montero. Tan extemporánea que la presidenta del Congreso, ante las protestas de los  diputados de Podemos, ha intervenido para decir que no iba a permitir que el debate se convirtiera “en un circo o en una taberna”. Ya se sabe quien mueve a risa en un caso y quien la lía en otro. Después de su bufonada Hernando ha pedido unas excusas que no se creía ni él: una vez más se ha hecho el autorretrato.

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