Opinión

Parlament, la primera en la frente

Lo suyo, en una república ordenada, es que Junqueras, Sánchez y Forn, diputados electos del Parlamento de Cataluña, hubieran podido votar presencialmente la constitución de la Mesa del mismo, evitando así la primera violación del reglamento, e incluso que gozaran de libertad provisional en tanto se sustancian judicialmente los gravísimos delitos de los que se les acusa, pero el hecho de que esos delitos se relacionan precisamente con el desorden institucional, o dicho más llanamente, con el fracasado golpe secesionista que los citados quisieron perpetrar en compañía de otros, convierte en endiablados, en intransitables casi desde el decoro democrático, los primeros compases de la legislatura en el nuevo Parlament.
Lo del voto delegado de los diputados que se hallan en prisión preventiva es una ocurrencia del juez Llarena, el juez que les mantiene presos, con la que no parece sino que intenta compensar un poco el mantenerlos en la cárcel precisamente. De esta interpretación de su auto, nada descabellada por cierto, se desprendería lo mismo que se desprende de los árbitros de fútbol que, conscientes de haberse comido un penalti, intentan compensar al equipo perjudicado concediéndole un libre directo inexistente a su favor, o sea, un poco de caos. Y más en éste caso, en el que el poder judicial, sin apoyarse en sentencia alguna, le "sugiere" al legislativo, al Parlament, lo que tiene que hacer. El resultado, en uno y otro caso, es el mismo: la conculcación de los reglamentos, de esas leyes pequeñas pero no menos exigentes y merecedoras de respeto que las grandes. 
Ya en los inicios de la sesión constitutiva de la Mesa del Parlament, con esa mesa de edad mitinesca y esos votos delegados de algunos de los ausentes del pleno, hemos recibido la primera en la frente. La han recibido, desde luego, los ciudadanos catalanes que esperan de ese ágora de la representación popular que legisle sabia y prudentemente, o sabia y audazmente, para el mejoramiento de sus vidas, y no que se entregue de nuevo a los juegos insensatos y pueriles que tanto han contribuido a su empeoramiento por desatender la realidad ordinaria y los problemas que en ella residen. 
Lo suyo, en una república ordenada, es la seriedad, pues sólo desde lo serio es posible llegar a lo divertido. Los independentistas éstos, de serios no parecen tener mucho, y de divertidos, en consecuencia, menos.

Te puede interesar