Opinión

Las cuentas de Podemos

Independientemente del resultado de la "consulta a las bases", muchos simpatizantes y votantes tradicionales de Izquierda Unida están persuadidos de que Alberto Garzón viene a rematar lo que empezó Tania Sánchez, y antes de ella los actuales dirigentes de Podemos que proceden, en buena parte, de la propia formación ideada hace 30 años por el PCE y hoy decaída, si es que no amortizada, por una ley electoral injusta y por pura autoconsunción organizativa e ideológica: la liquidación de las siglas y su integración en esa otra cosa más moderna y mediática, Podemos, que le resuelve el relevo generacional y le ofrece un poco más de futuro, de vida por delante y, para qué nos vamos a engañar, un lugar en el mundo y una colocación a sus dirigentes.
La actual debilidad de IU hace el resto en esa entrega incondicional, con armas y bagajes, al partido de Iglesias, pero las cuentas de éste no son, probablemente, las que supone Garzón, esto es, que la fagotización de IU va a convertir a Podemos en la segunda fuerza política, desbordando al PSOE y desarbolándole para siempre como ocurrió en Grecia con el PASOK. Llamazares, que se ha quedado más sólo que la una mientras sus compañeros preparan la mudanza, dice que esas cuentas son las del Gran Capitán, aunque más parecerían las de la lechera si fueran las que de verdad se hace Pablo Iglesias, que no lo son. Las cuentas de Iglesias, a menos que se haya dado absolutamente a la fantasía, son más realistas, más de andar por casa y más manchegas: las gallinas que entran, por las que salen.
Soñar es gratis, y necesario, pero Iglesias sabe que el 26-J perderá votos respecto a los obtenidos el 20-D, y acaso bastantes. Para él, la apropiación de lo que queda de Izquierda Unida puede suponerle enjugar esa pérdida, equilibrar los resultados y si puede ser, merced al mejor trato que recibirían de la ley electoral los viejos y maltratados votos de IU, conseguirlos algo mejores. Con eso no es que Podemos se tuviera que dar con un canto en los dientes, pero conseguiría ir labrándose un porvenir de otros 30 años. Por desgracia, el presente y el futuro inmediato, y a causa de éstas y otras trapacerías sectarias precisamente, es y será de Rajoy, la derecha eterna que no necesita mudar ni renovarse.

Te puede interesar