Opinión

Rosa Díez

Ha sido reelegida masivamente, con algo más del 80 por ciento de los votos. Sus detractores dirán que el congreso de UPyD se saldó con escasa participación, solo un tercio de militantes votó a pesar de las facilidades, electrónicamente y de forma directa. Pero Rosa Díez ganó el congreso, el congreso de la discordia, y precisamente al apoyar la participación directa, la de la militancia, acalló las voces críticas. Como todos los políticos —y también los no políticos— tiene defectos, pero hay que reconocerle el valor de haber creado un partido sin apenas medios y teniendo no enfrente, sino en contra, al partido más poderoso, en el que había militado dese siempre y del que se alejó por convicción a pesar de ocupar cargos institucionales altos, seguros y bien remunerados. Solo por eso Díaz merece respeto; sobrados estamos de personas que están en política solo por medrar y, por medrar, se someten a la disciplina que marcan los dirigentes aunque esa discipline obligue a actuar en contra de los principios. Ejemplos los hay a docenas, los últimos los vemos estas fechas últimas con la polémica del aborto, por ejemplo. Rosa Díez sin embargo empezó a decir en voz alta que discrepaba de las medias de Zapatero en política autonómica y en política antiterrorista, y lo dijo sin temer las consecuencias. Primero dejaron de contar con ella en las grandes decisiones, y luego iniciaron desde su partido una campaña de desprestigio personal y político, hasta que Rosa Díez decidió que no tenía que soportar unas normas que no le convencían y un líder que la convencía todavía menos. Renunció a su escaño en el Parlamento Europeo y con apenas un puñado de seguidores creó Unión para el Progreso y la Democracia. Su discurso es de corto recorrido, pero las cuatro cosas que defiende se entienden y sus argumentos son convincentes. Contra todo pronóstico consiguió un resultado electoral por encima de lo esperado, aunque todo hay que decirlo: los resultados han sido buenos cuando era Rosa la candidata; tuvo menos fortuna cuando presentó otras listas, tanto en las elecciones autonómicas gallegas y vascas como en las europeas. Y es que, mal que le pese a algunos, UPyD es Rosa Díez y la gente quiere votar Rosa Díez. Lo que ocurre es que no todo el mundo en su partido lo entiende así, y le ha salido un ala crítica, disconforme con su personalismo. Que seguro que lo tiene, pero la experiencia demuestra que cuando es Rosa la que empuja una idea o defiende una lista, hay respaldo ciudadano. Cuando no, UPyD no alcanza su objetivo. Ese es el gran problema de ese partido. Pero también es cierto que otras formaciones políticas de gran historia y predicamento se han venido abajo precisamente por falta de líder. La gente que vota UPyD, cada vez más para preocupación del PP e irritación del Psoer, vota a Díez. Gusta la forma en que defiende lo que considera irrenunciable, sin tener en cuenta si son ideas que ha defendido siempre la derecha o la izquierda. Tiene mérito. Con ella no sirve el dicho de que ‘fuera hace mucho frío’.

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