Opinión

RESPUESTA NO ADECUADA

La respuesta del Gobierno venezolano no ha sido adecuada diga lo que diga el Ministerio de Asuntos Exteriores. Y las declaraciones del embajador de ese país en España, menos adecuadas todavía. Y tampoco han sido adecuadas las afirmaciones de la vicepresidenta de la Vega cuando dice que Chávez ha dejado clara su disposición a cooperar con España en la lucha contra el terrorismo. ¿Qué tendrá Hugo Chávez para que el nuestro gobierno le defienda incluso cuando existen pruebas que vienen de tiempo atrás que demuestran que ha sido cuando menos tibio con ETA y que hay terroristas que han recibido instrucción militar en su país?

¿Qué tendrá Hugo Chávez para que el Gobierno de España no haya sido contundente en su exigencia de explicaciones al presidente de la revolución bolivariana, cuando se han publicado pruebas documentales de que las FARC han colaborado con los miembros de ETA en tierras venezolanas?

No se comprende que ante las declaraciones de los presuntos etarras Aristrain y Besauce de que habían sido instruidos en prácticas terroristas en Venezuela, el Gobierno español no haya actuado con firmeza ante el presidente de ese país. El instructor era, además, un antiguo etarra, Cubillas, protegido de Hugo Chávez hasta el punto de que su esposa venezolana de origen vasco es responsable de protocolo en el Palacio de Miraflores y el propio Cubillas realiza trabajos para el gGobierno venezolano. Reside en Venezuela desde hace más de 20 años y tiene nacionalidad venezolana, lo que da pie a Hugo Chávez para negar su extradición a España a instancias de la Audiencia Nacional, a pesar de que hay una orden de busca y captura a través de Interpol.

Pero aún siendo grave que Hugo Chávez defienda con tanta virulencia a un presunto etarra -hay que llamarle presunto aunque cueste hacerlo- y plante cara al Gobierno español y a sus jueces, lo que no tiene pase es que nos quedemos de brazos cruzados ante un embajador que pone en duda que la declaración de Aristrain y Besauce sobre el entrenamiento recibido en Venezuela haya sido “voluntaria”. Es decir, que el susodicho embajador insinúa que los dos detenidos han podido ser presionados por la guardia civil para acusar a Cubillo o, lo que es as aún peor, el embajador da a entender que cree que pueden haber recibido amenazas o malos tratos para forzar su declaración. Que es exactamente lo que dicen los etarras cuando son detenidos y acusan a la policía y Guardia Civil de torturas para tratar así de anular las pruebas testimoniales contra ellos. Pues bien, el embajador de Venezuela se coloca en ese mismo plano. Miserable plano.

Ante acusaciones de ese porte, sumadas a las del presidente Hugo Chávez, no valen los paños calientes, ni mirar con indiferencia hacia otro lado. Por respeto a los españoles de bien en general, y a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado en particular

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