Opinión

No salvo a nadie

La fecha del 21 de diciembre se va acercando inexorablemente y nadie puede presumir de saber lo que va a pasar en las elecciones de ese día en Cataluña. Estamos mareados de escuchar predicciones casi siempre basadas en los intereses político-electorales de cada cual y raramente aparece una posición desvinculada de los mismos. De esa forma, los vaticinios no sirven para nada sino para liar cada vez más las cosas y para impedir un conocimiento real de las perspectivas que ofrecen las urnas. Y no digamos nada sobre los planes de los partidos en cuanto a la política a defender desde el Parlament y las instituciones.
Mariano Rajoy le contaba en Tele-5 a Pedro Piqueras que, contra lo que se ha dicho, su compromiso con Pedro Sánchez no es reformar la Constitución, sino hablar y crear una Comisión en el Parlamento. No le voy a recordar al Presidente aquello de que si quieres que un asunto no se resuelva, crea una Comisión. Y añadía que no se puede permitir que se trocee España, como si alguien hubiese vinculado la reforma de la Carta Magna con el desmembramiento de España... Menos mal que Rajoy le dijo a Pedro algo certero: que hemos vivido acontecimientos de extrema gravedad. Certero pero demasiado obvio. Le salva un poco el hecho de que Puigdemont y los suyos lo han hecho igual de mal, a veces incluso peor.
Los cambios de criterio y los vaivenes de los independentistas en estos dos últimos meses vienen siendo algo memorable. Pero los demás no se salvan del tema de los vaivenes, y si no, que se lo pregunten a Pedro Sánchez y Miquel Iceta, o a la alcaldesa de Barcelona o a los Comunes en general. Los únicos impertérritos son Rivera y sus Ciudadanos, que han ido cayendo cada vez más en la derecha dura, poco a poco pero siempre en la misma dirección. Hasta caer en el contrasentido de que nacieron para corregir al PP en su derechismo extremo y se fueron convirtiendo cada vez en más extremos que el propio PP. ¿Para ese viaje se necesitaban esas alforjas? La única ambición de Cs era adueñarse de votos del PP en lugar de ambicionar unos cambios importantes y positivos en la maltrecha política española.
Mientras tanto, los de Podemos siguen un poco despistados y no conservan aquella clarividencia de sus inicios políticos. Probablemente se debe a que quisieron llegar demasiado rápido al poder y con las prisas se han organizado un cierto caos, con sus divisiones internas incluidas, que tienen que superar cuanto antes, sin esperar a perder el tren al que un día se montaron con éxito. El PSOE no se ha librado de las contradicciones internas, tampoco en el problema catalán y Sánchez ha perdido fuelle desde su brillante reelección en las anteriores primarias.
Dirán los lectores que no salvo a nadie. Pero no estoy aquí de salvador de nada sino de bienintencionado ciudadano que anhela que este país no se vaya al cuerno.

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