Opinión

Seres racionales...

Actualmente existen en el mundo alrededor de un centenar de religiones con cierto peso especifico, de ellas, una veintena son practicadas por millones de personas, llevándose la palma las tres ramas de la principal religión monoteista, con unos 15 millones la más antigua de la que surgen las demás, el judaísmo, para ya contar con algo más de 2.000 millones tanto el cristianismo como el islamismo, repartidos entre sus distintas interpretaciones, tanto para el cristianismo, ya sean ortodoxos, católicos o protestantes, todos ellos a su vez según distintas familias, como en el islamismo entre sunnitas y chiitas, más o menos radicalizados. 
Si a estas cifras añadimos otras religiones con más de 1.000 millones de practicantes, como el budismo y el hinduismo, aun considerando que el número de agnósticos reconocidos, que aceptamos que podemos vivir felices sin entregarnos a fantasía alguna y que nada nos ocurre por reconocer que se trata de un asunto del que nadie sabe nada y por lo tanto no es preciso inventarse nada, sobrepasa ya los 1.200 millones, habremos de convenir que el asunto parece del interés más o menos generalizado.
No obstante la disparidad, existen un buen número de coincidencias en todas ellas. La primera es el origen en la conciencia humana de impotencia ante hechos y situaciones que el personal es incapaz de comprender, lo que lleva a la mayoría al desamparo y a la búsqueda de alguien superior a quien acogerse, a quien denominar “dios”. La segunda es que generalmente el dios de que se trate, se personifica tras mensajes transmitidos supuestamente a alguien, ya sea en sueños o en forma de apariciones. La existencia de quienes rentabilizan el asunto desde la intransigencia, el miedo, el castigo o el premio, haciéndose de oro y poder es otra constante. Característica común es el que todos pretenden que su dios sea el único y verdadero, que el resto están todos equivocados, que ellos se salvarán y el resto se condenará, pero en general, todos tienen una larguísima lista negra de atrocidades a sus espaldas en defensa de su propia intransigencia, etc.
Todo ello nos lleva a corroborar una constante a lo largo de la historia y es que el ser humano, razones aparte, es capaz de creer en lo que sea, aunque se trate de la fantasía mas increíble, en lo que le interese, en lo que se encuentra cómodo, en lo que crea el rebaño, huyendo de dudas o persiguiendo con saña o negando, cualquier explicación científica que acabe con sus ocurrencias. Ante la incertidumbre todo vale, hasta el punto de llegar a matar, a torturar, a degradar al prójimo por ello a través de las mas espantosas crueldades. Judaísmo, cristianismo e islamismo “atesoran” episodios espeluznantes y todos ellos proceden de un supuesto dios revelado hace miles de años a un pastor, que a su servicio tiene una corte de ángeles buenos (seres alados) y de otros caídos (demonios) en permanente disputa (menudo ejemplo), destacando de entre los buenos el llamado arcángel (algo parecido a lo de general y generalísimo) Gabriel, presente en multitud de eventos a cada cual más contradictorio, a saber: 
Para los judíos se aparece a Daniel “en un rápido vuelo” en el exilio de Babilonia anunciándole el fin de los días (buen inicio profético). 
En el Talmud aparece como destructor de Gomorra y de las huestes de Senaquerib, o mostrándole a José el camino, enterrando a Moisés,  apareciéndose a Noé, siendo además la voz que le dice a Abraham “detente Abraham, non mates o neno”, la fuerza invisible que luchó con Jacob y la voz de la zarza ardiente, aunque también una vez, al parecer, cayó en desgracia por “no obedecer una orden de forma exacta” siendo por ello reemplazado en sus funciones durante 21 días, siendo además, al parecer, el único arcángel que hablaba Sirio y Caldeo. 
Para los cristianos, en Lucas, es el que anuncia el nacimiento de Juan el bautista y a su vez a María lo del embarazo y maternidad sin intervención de espermatozoide alguno, explicándole el asunto al pobre José, también el que revela a Juan el Apocalipsis.
Para el Islam, es Gabriel quien dicta el Corán a Mahoma y quien finalmente le acompaña en su ascensión al cielo.
Por otra parte, en iglesias alemanas e italianas se conserva, por un lado una pluma de su ala derecha, que perdió durante la anunciación, así como otra (en el Escorial) que le cayó en su lucha contra el diablo, aunque también se conservan plumas del Espíritu Santo e incluso un ¡huevo! puesto como paloma, en poder del arzobispo de Mainz. 
Ya puestos a atesorar reliquias, nada como el arsenal salido del portal de Belén, comenzando por el santo prepucio, los pañales del niño, una paja de heno, el ombligo santo al que se rinde culto en Santamaría del popolo en Roma, gotas de leche de María (catedral de Oviedo), la cola del asno, un suspiro de San José, un estornudo del Espíritu Santo y aunque María se supone que ascendió al cielo, en San Pablo Pantaleón quedaron un brazo, el corazón, ¡el hígado! y la lengua. Ni que decir tiene que todo este arsenal y los miles mas repartidos por todo el orbe, tienen tal cantidad de adoradores, procesiones, santos, cristos y vírgenes, compitiendo en milagrería, que se cuentan por millones. 
Ah!, los animales racionales…  

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