Opinión

El problema son los partidos

La próxima revolución sin abandonar el sistema democrático, una revolución que pide su presencia a gritos, es la de dar un giro copernicano a los partidos políticos, incapaces de subsistir sin dinero oscuro y de existir democráticamente.
Lo sorprendente es que a estas alturas, una sociedad adormilada se escandalice de ello, cuando no es preciso ser un águila para deducir que por lo sano ya nada encaja.
Oficialmente los partidos se alimentan de las cuotas de sus afiliados (una miseria), de las ayudas oficiales por resultados electorales y de los créditos (al che debo), lo que para cualquiera de los grandes, considerando las burradas gastadas en campañas electorales, el coste de mantener el aparato y la vida muelle de los capos, resulta de imposible encuadre. Sin dinero B no hay partido, o al menos eso ocurre con las dos organizaciones que hasta hoy se han repartido la tarta, pero como nadie da nada a cambio de nada, todo negro (me refiero al pastizal) requiere su recompensa, y en eso no hay enemigos, ni opciones opuestas, pues entre bomberos no se pisan la manguera. La banca apuntando los créditos en la barra de hielo a cambio de la legislación y los rescates que se precisen, el militante a cambio de puestecillos, la empresa a cambio de adjudicaciones y el político sobrecogedor (vamos, el que coge el sobre) a cambio de subidas en el escalafón. Todo encaja aunque para ello es también imprescindible suprimir de raíz la posibilidad de actuar democráticamente dentro del partido, ya que ello precisa de férreas dictaduras bien organizadas, y en las que nadie cante, con relevos únicamente entre familias como resultado de mutuas puñaladas, pero sin interferencias, estando todos los capos en el ajo de la mamandurria, prietas las filas y negándolo todo hasta en la evidencia, si fuere preciso.
El problema surge cuando alguien es traicionado, ninguneado o eliminado del chollo al que se creía mas acreedor que otros, y le da por cantar, bien en el juzgado o ante alguno de los poquísimos periódicos o medios de comunicación que no tocan al son del canalla de turno.
Hoy la ciénaga ya los cubre a casi todos por el cuello, la podredumbre es insoportable y las fosas sépticas en las que se han convertido sus partidos están a punto de reventar, cada día, en cada cargo, con cada capo y en cada nueva mentira.
Las próximas elecciones municipales y autonómicas, debido a la falta de tiempo para organizarse de los dos partidos con mayor proyección, Podemos en la izquierda y Ciudadanos en el centro, significarán para el bipartidismo su ultima oportunidad, un regalo inmerecido al que de momento se acercan desde su ciega vanidad sin haber aprendido nada, pero que resultados por encima de sus posibilidades reales, al no concurrir lo demandado por el pueblo, les harán creer que nada se ha perdido hasta dentro de un año, en que la debacle puede ser catastrófica para unos y otros. Para los de siempre por no tener nada que hacer en el gobierno del país y para los nuevos por estar todos los ayuntamientos y autonomías en manos de la vieja guardia. Para ello los de siempre se endeudarán más y de nuevo, en un último intento de recuperación que luego no podrán devolver, y quizá ya entonces, los canallas del dinero, ya no les quede barra de hielo donde apuntar, mientras que a los que demanda el ciudadano, por actitudes mafiosas del sistema, ni les correspondan espacios públicos, ni reciban ayuda para campaña alguna, entregándose con ello a los medios privados, como ya viene sucediendo. 
Es comprensible que nuevos partidos, hasta ahora impolutos, teman perder la virginidad y por ello no arriesgarse a que en unas elecciones tan cercanas, se les cuelen los máas indeseables, en unas listas-lotería nutridas de verdaderos desconocidos, sobre todo cuando según nuestros tribunales el escaño pertenece al político de turno y no al partido, pero ante el riesgo apuntado anteriormente, no se que será peor. 
De todas formas, nuevos partidos asoman a la llamada, de momento vienen de refresco, mas o menos perfumados, sacando pecho y proponiendo maravillas o el fin del mundo, pero si al final no le dan la vuelta a todo, me temo que en unos años nos encontremos con distintos perros con los mismos collares y en situaciones similares. Otros, de pana y por el cambio, también lo intentaron y así nos luce el pelo. Vivimos en un país en donde lo publico, según una ex ministra “progresista”, no es de nadie y en el que la picaresca es uno de nuestros géneros literarios por el que más se nos conoce en el mundo 
Afortunadamente hoy la informática nos permite hacer campañas mucho mas efectivas y sin demasiados gastos, la democracia directa ya es posible (Suiza es el mejor ejemplo) y el ciudadano cada vez exige mas control para con su dinero.
Definitivamente, si creemos en la democracia, es preciso acabar con esta farsa y reinventarnos, devolver al pueblo lo que le pertenece, las decisiones y el control, en definitiva, la independencia de poderes, y ahí incluyo también a los medios. Hay que conquistar la esencia del sistema.

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