Opinión

Los extremeños se tocan

Pedro Muñoz Seca, fusilado por los comunistas de Carrillo en Paracuellos del Jarama, abuelo materno de Alfonso Ussía y uno de los principales representantes de la generación del 27, autor de buena parte de nuestro mejor teatro satírico, poseedor de un sentido del humor que le acompañó hasta el mismo momento de su muerte: “podéis quitarme la hacienda, mis tierras, mi riqueza, incluso podéis quitarme, como vais a hacer, la vida, pero hay una cosa que no me podéis quitar… y es el miedo que tengo.” (memoria histórica), cuenta entre su basta obra, con una opereta (sin música, cantada a capela) en la que da cuenta de un timo debido a la pretendida similitud entre un empobrecido extremeño de pro, y un millonario turco al que se hace creer que ambos son distintas caras de la misma moneda: “los extremeños se tocan”, que recuerdo de cuando en la televisión única, teníamos la dicha nocturna de asistir a espléndidas obras de teatro, en lugar de tener que soportar a la Belén Esteban y similar fauna, en la sin par carrera actual hacia la culturización generalizada del personal.
Viene a cuento el asunto, ante la noticia de que en un barrio de Madrid pugnan, por sus supuestas razones, un grupo de okupas antifascistas y otro de fascistas, también okupas, en los que las similitudes, aun pareciendo un contrasentido, adquieren tintes hispanos, entre satíricos, y de la intransigencia propia de nuestra mas profunda idiosincrasia.
Los dos reivindican su “derecho” a okupar sus sedes, ambos dicen hacerlo por una buena causa como es ayudar al necesitado, unos al extranjero y otros al nacional, tanto unos como otros ondean la bandera ¡palestina!, los fascistas por odio a los judíos y los anti por odio a los americanos, abrazando ambos de rebote la causa morapia, sin que se sepa de ninguno que condene las bestialidades del nuevo estado islámico. Ambos, se consideran antisistema, también se acusan mutuamente de violencia, los anti con tres denuncias falsas, según la policía, y los fachas por haber recibido ondonadas de pedradas en “su” edificio. En ambos casos, y con todo tipo de profusión, la estética propia de la causa, con banderas nacionales, capuchas, gafas negras, botas altas etc. en el bando facha, y pendientes, barbas, ropa suelta, pelito al uno en ellas, símbolos pacifistas, y la presencia del inevitable Willy Toledo, haciendo teatro urbano progresista en el bando anti.
En el fondo, también multitud de diferencias, pero en primera plana una muy significativa, pero que es común a dos formas de ver las cosas diametralmente opuestas, si se radicalizan de la forma en que tan aficionados somos en nuestro suelo patrio. ¿Se atienden las necesidades del foráneo a costa de las debidas al contribuyente patrio?. 
Los okupas de extrema izquierda, argumentan para justificar su ayuda a los extranjeros, que nosotros también fuimos emigrantes, que la solidaridad debe imperar ante esos casos, que son ciudadanos del mundo, que son nuestros hermanos, que tienen derecho a ello como seres humanos, etc. Por otra parte los okupas de extrema derecha, argumentan que las ayudas no llegan para todos, que antes que nadie son nuestros conciudadanos, que a España le ha costado muchos sacrificios llegar al Estado de bienestar, que las ayudas las pagamos los españoles con nuestros impuestos, que no es justo ver a compatriotas en la calle con sus hijos pasando hambre, mientras lo poco que hay se reparte con gente a la que nadie ha llamado, que aquí llegan los peores, que no aportan nada positivo,   mientras que por ello nuestros mejores estudiantes tienen que emigrar, etc.
Las posturas extremas, lo son siempre en tanto que justifican en su totalidad unos planteamiento y descalifican en la misma proporción los otros, pero lo cierto es que hay razones abundantes, muy respetables, en ambas posturas, y ahí es donde habría que situarse para entrar en razón.
No conozco a ninguna familia que, en un estado de escasez, y teniendo un hijo en el paro, prefiera ayudar a los hijos de los vecinos antes que al suyo propio, o en la misma proporción a costa de este, antes bien, se volcará en ayudar en todo lo que pueda a su hijo, antes que a ningún otro, y si sobra algo, quizá acabe ayudando también al resto, lo cual parece lo más lógico, una situación familiar que en otros países en los que se tiene una idea de Estado mucho mas intensa e interiorizada, lo aplican también a la casa de todos. Aquí, los buenos que acogen a todos, lo hacen a costa del propietario del inmueble que okupan, pues, entre otros, no se sabe de personajes como el emblemático Toledo, que hagan cola en los centros de acogida, para adoptar y llevarse emigrantes de patera a su propia casa.
Sinceramente, creo que hay que destinar mucho mas a atender las necesidades de todos, empezando por los nuestros, hacerlo desde el Estado, controlar mucho mejor nuestras fronteras (se llamen españolas o europeas), desalojando de casa ajena a todo tipo de grupos okupas, evitando posturas extremas, intolerancias e hipocresías y afrontando estos asuntos, tan importantes, con valentía y sin demagogias, algo por otra parte, prácticamente imposible para este rebaño de políticos que sufrimos, ocupados únicamente en seguir al pie de la mamandurria.

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