Opinión

Los últimos bastiones

La derrota de Mateo Renzi, incapaz de ganar un  referéndum de reforma constitucional a cuyo resultado él mismo ligó de un modo ligeramente irresponsable su propio destino, desactiva otra pieza clave en la estabilidad democrática de la vieja y querida Europa. Renzi ha cometido un error similar al de Cameron, a pesar de la distancia existente entre la pregunta que se formulaba en las dos consultas escenificadas en Italia y el Reino Unido, y a pesar incluso de la diferencia de pensamiento que distingue a uno y otro. Al fin y al cabo, los dos sometieron su continuidad al resultado de las urnas y ambos perdieron las votaciones. El balance de estos últimos comicios italianos produce eso sí, el mismo desasosiego que el que ha producido el triunfo de los partidarios de la ruptura del Reino Unido con la Unión Europa porque el fondo de la cuestión es muy parecido si reflexionamos con rigor e integridad. Quizá la diferencia más sutil está en que los italianos no sabían en realidad qué estaban votando –la mayor parte de las informaciones coinciden en afirmar que la mayor parte de ellos no tenían exacta conciencia de que se dirimía en la convocatoria electoral- y los británicos sí lo sabían perfectamente aunque ese conocimiento partiera de una información manipulada, partidaria, deshonesta y tendenciosa.  
Europa está perdiendo la partida ante los populismos que son igualmente peligrosos vengan de la izquierda o de la derecha y Renzi se había convertido en uno de los cada vez más escasos bastiones capaces de contener esa alarmante marea en una nación de escenario político tradicionalmente inestable. Hollande ha tirado definitivamente la toalla y promete no volver a presentarse más en un país agobiado como Francia, que parece dispuesto a elegir entre la posición conservadora y católica de François Fillon y la extrema derecha de Marine Le Pen. Y además, hay quedan sus conexiones con los afines de Alemania, Holanda, Austria, Bélgica, Noruega, Suecia e incluso Gran Bretaña que da mucho miedo todo esto. Y con Trump en lontananza.
Sospecho que solamente los españoles estamos vacunados hoy por hoy contra la ultraderecha y esa es una condición que vale oro y nos legitima y ensalza. Tenemos vocingleros populistas a la izquierda del PSOE pero hemos borrado los últimos vestigios de una ultraderecha que es ya marginal. Eso nos hace esenciales.

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