Opinión

Titular con propiedad

Como periodista que soy, siempre he sido muy crítico con mi propio oficio, lo que no entorpece en absoluto el amor incondicional que le guardo a esta profesión mía que nos ha hecho tan felices  y reconciliados con nosotros mismos como indigentes y mal considerados por el resto de los seres humanos. Cuando estaba en activo y en el fragor de la batalla de cada día, recuerdo que ponía especial cuidado en que los titulares de las noticias dijeran algo y no cayeran, como es desgraciadamente habitual, en lo obvio cuando no en lo mentecato. He leído varias veces y especialmente en las secciones deportivas  encabezamientos que redundan en la imbecilidad más absoluta y procuraba yo, no siempre con éxito, huir de un vicio semejante. Por ejemplo, esa repetida cantinela de “…el Celta, a ganar en su visita a Oviedo” como si el Celta pudiera plantearse otra cosa cuando  juega de visitante, porque para marcharse a jugar fuera con el objetivo de perder el partido, lo mejor es quedarse en casa. Se ahorra uno los gastos de desplazamiento y la fatiga del viaje. Ayer por la mañana fue un diario tan prestigioso como “El País” quien titulaba su portada y nada menos que a cuatro columnas con una brindis a lo palmario que dejaba patitieso a cualquier lector: “Díaz –sentenciaba por tanto el ilustre diario madrileño- quiere liderar el PSOE para ganar al PP y volver a gobernar”. 
Con independencia de su apuesta decidida por la presidenta andaluza  en cuya elección comparte gusto con el alcalde de Vigo pongamos por caso –que se ha manifestado como fervoroso seguidor de Susana Díaz al contrario de otros líderes del socialismo gallego que no lo tienen tan claro- el periódico se manifiesta tan sencillo como el mecanismo de una canica porque nadie en su sano juicio aspira a liderar un partido político cualquiera  para sucumbir ante su enemigo parlamentario y perder las elecciones. Ni siquiera Pedro Sánchez, -que ha conseguido hacer las dos cosas- aparenta presentarse para volver a perder aunque otra cuestión sea la creciente sospecha de que a una nueva aspiración para liderar el partido sucederá un tercer y definitivo fracaso.
Yo lo que deseo son titulares con propiedad. Para discursos confusos ya están los políticos. 
 

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