Opinión

Titiriteros con patente corsaria

El triste incidente de Madrid protagonizado por una compañía de titiriteros que puso en escena una obrita en la que se producían violaciones, se ahorcaba a un juez y se mostraba una pancarta de apoyo a ETA, pone de manifiesto una sospecha escalofriante. El nuevo sistema  es tan irresponsable que nadie sabe por dónde puede saltar la sorpresa. Uno puede ir con los niños a ver marionetas a la plaza del Canal de Isabel II y encontrarse con un teatrillo en el que se exhibe un rosario de atrocidades directamente dirigidas a un público infantil, y del mismo modo puede toparse con otros hechos en escenarios de superior magnitud y repercusión más trascendente sin que exista el más mínima interés por prevenirlo ni por averiguar posible problemas en fuente antes de que la abominación trascienda y acaba saltando a la calle. No hay reflexión previa ni asomo alguno de  conocer materias  que pueden causar daños irreparables antes de que los causen. Es decir, en manos de esta nueva generación de responsables públicos la situación no está controlada. Puede estallar en cualquier momento, puede afectar a cualquiera, y puede producir mucho daño. Lo lamentable es que las decisiones se toman cuando ha saltado la liebre y el mal está hecho. Y ya no hay manera de pararlo.
El ayuntamiento de Madrid ha puesto el grito en el cielo cuando se ha enterado de la clase de espectáculo que ofrecía la compañía de títeres, pero  es cierto que nadie preguntó qué clase de compañía era aquella y qué espectáculos ofrecía teniendo en cuenta que el público al que se dirigen estas representaciones está constituido por mayoritariamente por menores. Si a mi me coge este asunto en Madrid y con mis nietos de la mano, vuelo el teatro de curritos de una patada y me quedo tan fresco pero la gente es buenas y pacífica y se limitó a llamar a la policía. Sin embargo, la responsabilidad no es solo de una compañía de títeres cuyo comportamiento todo el mundo conoce –el director tiene antecedentes penales por un robo con fuerza que llevó a cabo hace tres años- sino de los cargos municipales que la contratan. Pero sobre todo, el verdadero problema es la dejadez manifiesta de esos responsables. Nada se vigila, nada se somete a una cura de antecedentes y nada se   estudia y se pondera antes de practicarlo. Así estamos todos vendidos y eso es duro de aceptarlo.

Te puede interesar