Opinión

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La carnicera en paro avecindada en Baleares que ha ganado el programa estrella de la televisión nacional –el concurso “Masterchef” cuyo objetivo es elegir el mejor cocinero no profesional de España- se ha pasado desde finales del mes de junio cuando el programa concluyó su etapa de grabación hasta ahora sirviendo hamburguesas y patatas fritas a los guiris en un chiringuito playero de las islas sin decir una palabra del desenlace como corresponde a la exigente clausula de confidencialidad que los aspirantes a ganar este galardón firman nada más entrar en los estudios. Vicky, que así se llama la vencedora, deslumbro a los mismísimos hermanos Roca en el programa final elaborando un menú extraordinariamente creativo y se zambulló en un silencio monacal después teniendo en cuenta que si se hubiera ido de la lengua se habría quedado sin premio y esas son palabras mayores. Cien mil euros en metálico, un curso completo en la academia Cordon Bleu y la edición de su propio libro de recetas además de una tarjeta de compra y un lote entero de los electrodomésticos usados en el programa, es el conjunto de recompensas que vienen con el premio y no es cosas de liarla.
El mundo este nuestro indeleblemente ligado a los medios de comunicación, al sonido y la imagen, capaz de generar milagros no sujetos a la fiscalización vaticana como el de esta joven de encanto popular que se convierte en la mejor cocinera amateur del país y que se tira dos meses sudando tras una barra de playa sabiéndose princesa aún ejerciendo como Cenicienta, es un mundo exigente y sumamente audaz y atractivo. Lo malo es que Emil, al que su pragmatismo y su falta de alma en los fogones dejaron fuera de la final pulverizando de paso todos los pronósticos, pagó su frustración confesando durante una entrevista furtiva publicada en la red e inmediatamente retirada por las exigencias de la productora hay que suponer, que la que ganaba era Vicky. El catalán se vengó así de lo que consideraba era una injusticia y le devolvió el desprecio con el que le obsequiaba su paisano Jordi Cruz en cada programa destripando su desenlace. Emil es un tipo duro y poco avenido a sonrisas de compromiso. Un sujeto cerebral, con pinceladas de genio y un carácter difícil. Seguro que hará carrera.

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