Opinión

Te pillé

La política es cruel con los mentirosos y así debe ser. Todo se tolera y se disimula mientras no te pillen, pero si te pillan entonces la ley no escrita dice que nadie te va a otorgar su apoyo, que habrás de caminar solo para el resto de tus días y que serán los de tu propio partido los primeros incluso en soltarte de la mano. Aquella histórica frase que salió de la boca de Pío Cabanillas, “cuerpo a tierra que vienen los nuestros”, es una verdad incuestionable cuando la falta de habilidad, el descuido o la vida perra sin más te colocan a los pies de los caballos. A Cristina Cifuentes le ha ocurrido. Trascurría una vida plácida bien dispuesta y con anclajes muy sólidos en la comunidad de Madrid donde se desempeñaba como una presidenta solvente hasta que comenzaron a brotar los fogonazos y el fuego amigo comenzó a batirle por la espalda. Pero no ha sido Ignacio González el que ha acabado con ella sino un profesor universitario afiliado al PSOE y con ánimo de devolvérsela el que le ha buscado la ruina. A Cristina Cifuentes simplemente la han pillado y de poco sirve sospechar que este no es el único caso existente y que ni siquiera es el caso más grave. Los currículos se han inflado sin el menor pudor y el perverso latiguillo de “cursó estudios de…” ha llenado todos los huecos cuando el sujeto sobre el que se necesitaba tejer una biografía potable no había dado golpe ni había acabado en realidad ninguna de las actividades docentes que había comenzado.
Cifuentes lleva su penitencia en su propio pecado. No necesitaba en absoluto y para nada una ampliación de estudios que a la postre se ha manifestado falsa -fechas, firmas y notas falsas- ni el condenado master que ha terminado por pasar una dramática factura habría añadido nada. Pero ahí está, mentiroso e hiriente, mostrando la ausencia de ética en un ámbito como el universitario que debía ser ejemplar. Hay tanto esfuerzo, tanto sacrificio y tanto trabajo en aquellos que cursan un master de verdad que estos títulos concedidos a dedo duelen más y son más vergonzosos cuando se descubre el apaño.
Queda, por supuesto y a tenor de este caso y de muchos más casos que se descubrirán o no se descubrirán, una reflexión necesaria. La imprescindible obligación del ámbito universitario para volver a merecerse el prestigio y el respeto que ha perdido desde hace mucho tiempo. Suena siempre a tráfico de influencias, a dinero malgastado, a desidia, a mamoneo y a trampa. Suena a política barata a patrocinios culposos, a subvenciones por encargo y a otras historias para no dormir. No hay universidades españolas entre las primeras del mundo y en cada clasificación que se da a conocer los centros españoles bajan puestos. Por algo será.
 

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