Opinión

Si se retiran las aguas

Esta historia de ida y vuelta que afecta a los méritos académicos de Pedro Sánchez comienza a mostrar ya las suficientes  aristas como para obtener algunas conclusiones. Sánchez transmite dudas cada vez más profundas a cada paso, y no está ya el escenario que se ha ido construyendo como para pasar por él de puntillas como desea a estas alturas de la película el presidente del Gobierno. Hay algo más que ruido y mala leche en estas situaciones que se han ido produciendo en torno al contenido de su tesis doctoral, a los que le ayudaron a escribirla, a los que la juzgaron, a los que firmaron con él un libro prolongación del trabajo que presentó para doctorarse, e incluso al tiempo en que invirtió para redactarla. Hay, en definitiva, muchos huecos que rellenar a los que no puede despacharse en clave de anécdota. Las cosas como son, nada cuadra.
Desgraciadamente, Sánchez no ha hecho otra cosa que transmitir una profunda inconsistencia en todos sus actos. Inconsistencia en su vida académica, en su vida laboral, en su vida política, en su vida social, en su responsabilidad como jefe de Gobierno… Inconsistencia, banalidad e impostura en una carrera cuajada de incógnitas que parece como construida a medida del candidato y cuyos méritos apenas inspiran sintonía con la fragilidad de su mensaje. Da la impresión de que, en respuesta a una necesidad, se ha construido en torno a una figura de indudable atractivo y buena fachada toda una historia, tejiendo un currículo improvisado sobre la marcha fijado a su persona como si fuera un decorado.
Sánchez no es un político sólido con un ideario estructurado y sin fisuras. Muy al contrario, es un personaje que ha brotado de repente aprovechando unas dosis nada despreciables de buena fortuna, en torno al que se ha ido tejiendo toda una biografía como quien crea un personaje de ficción al que se va a sacar partido más temprano o más tarde. El problema es que esa sucesión de hitos profesionales cogidos con alfileres está empezando a hacer agua y a mostrar muchas debilidades.  Es  como si las aguas se retiraran y asomara la tramoya. Las costuras, las imperfecciones, los trucos, los trampantojos… y esa situación sospecho que es imparable.
Sánchez es presidente del Gobierno y ha de explicarse. Pero no en un programa de la Sexta sino en sede parlamentaria.

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