Opinión

Recuerdos de fútbol

Acumular años a los lomos tiene muchos inconvenientes, pero también produce algunas ventajas de las que, incluso como consuelo, uno puede echar mano para que el camino hacia la serena vejez se convierta en más llevadero. Por ejemplo, yo estaba en el Santiago Bernabéu el día en que Hugo Sánchez  marcó el gol de  chilena que todos los críticos citan ahora en los diarios como obligado antecedente del que acaba de marcar Ronaldo ante la Juve que tiene turulato al planeta del balompié. Fue ante el Logroñés en una tarde muy agradable, y yo me encontraba en la grada ejerciendo mi tarea de comentarista para un periódico gallego durante los dos o tres años escasos en los que he practicado el periodismo deportivo a lo largo de mi vida en este oficio. 
Fue desde luego un golazo de los que se quedan en la retina si bien, y a causa probablemente de la entidad del rival, se valoró menos de lo que merecía. Michel se fue por la banda derecha, puso un centro tenso al área riojana y Hugo Sánchez la cazó en el aire girando el cuerpo dando media voltereta de aquellas que prodigaba el mejicano, muy aficionado a celebrar sus goles a base de saltos mortales. Años después, supe que Michel y Hugo Sánchez apenas se dirigían la palabra y su relación fue desastrosa durante el tiempo que ambos permanecieron vistiendo la camiseta blanca. Y es que tanta vida como he vivido yo me permiten, por ejemplo, recordarme a mí mismo sentado en las gradas del Prater de Viena cuando el Real Madrid perdió una de las tres únicas finales de copa de Europa en las que no ha conseguido la victoria, trece de quince si no me equivoco. Fue en 1964 ante el Inter de Herrera con Suárez y Mazzola como máximos referentes y fresco y recién estrenado el sistema defensivo inventado por el mago Helenio en torno a la figura del defensa escoba, el “líbero” que decían los italianos. Fue un viaje tristísimo, perdimos por 3-1 ante un rival mucho mejor, y el viaje en avión de vuelta resultó espantoso. Nunca lo he pasado tan mal en un vuelo y aún hoy sospecho que estuvimos más cerca de estamparnos contra el suelo que de aterrizar finalmente sanos y salvos y casi de madrugada en Barajas.
El del Turín del martes es un gol que solo puede marcar Ronaldo en el mundo, un sujeto corpulento y de buena estatura que se elevó en el aire para embocar la bola a dos metros y pico del suelo, la altura aproximada del larguero de una portería. No lo meterá jamás Messi por muy bueno que sea porque Messi no tiene físico para hacer semejante cosa. Por eso, es aconsejable no comparar a ambos que nada tienen que ver. Opinar es una cosa. Y discutir por discutir es tontería. Para mí, es mejor Cristiano…

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