Opinión

Realismo a flor de piel

La Dirección General de Tráfico, de la que nuevamente se ha hecho cargo un responsable de sobrada experiencia que ya ocupó el puesto entre los años 2004 y 2012, ha recobrado la senda del drama en su versión más descarnada y truculenta, con el desarrollo de campañas de publicidad con las que pretende  llegar al rincón último y más sensible de la conciencia de sus administrados, esos que en realidad somos todos. Somos los que vamos al volante y los que no. Las cifras de víctimas en la carretera han vuelto a dispararse en los últimos balances y Pere Navarro ha sido llamado de nuevo para tratar de neutralizar esta maldición que se lleva por delante a casi dos mil personas cada año. Cuando Navarro tomó posesión de su cargo en 2004 la cifra de muertos en la carretera superaba holgadamente los cuatro mil. Imponiendo la modalidad del carné por puntos y endureciendo con mano decidida las sanciones en materia de tráfico, logró que por primera vez en su historia el número de fallecidos bajara de los 1500. Desgraciadamente, aflojó la presión y la cifra maldita volvió a subir con el PP y María Seguí quién, por cierto y para mayor abundamiento, acabó mal su mandato con una dimisión antes de tiempo investigada por tratar de favorecer con concesiones sin concurso público a la Universidad de Zaragoza donde trabajaba su marido.
Cuesta entender que los españoles solo aprendamos a garrotazo limpio pero en este y en otros casos igualmente dolorosos, una reflexión fría e imparcial dice que sí. Pere Navarro, ingeniero industrial de carrera y técnico de la Inspección de Trabajo, concejal de Tráfico y gobernador civil entre otras muchas responsabilidades desempeñadas en su expediente profesional y administrativo, no ha dudado en retomar el impactante realismo que puso en causa durante su etapa anterior, y ha apelado a la vertiente más dura del drama de la carretera para concienciar a la opinión pública entrando en sus corazones por donde más duele. He visto algunos de los spots puestos en circulación por la DGS actual y a uno lo dejan tieso. Descubren los aspectos más tremendos de un  siniestro sin aditivos ni colorantes. La experiencia dice de Navarro lleva razón y que cuanto más salvaje, más consigue.

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