Opinión

Presupuestos de goma

Dicen los que saben que Pedro Sánchez no aprobará sus presupuestos, y a la vista del inmenso desconcierto en el que vivimos, parece más certero apostar porque no los aprueba antes que hacerlo por lo contrario. El independentismo que, disfrazado de Concepción Arenal, ha ido sondeando Pablo Iglesias de peregrino por las confortables prisiones en las que sus cabecillas aguardan la acción de la Justicia, va a ser en mi opinión fiel a su compromiso con los que están a la sombra y no va a votarlos. Tengo un amigo que se ha empeñado en atisbar una variable muy curiosa en la decisión del Tribunal Supremo que produce un escalofrío y que dice así. Si ha existido presión desde colectivos económicos y políticos para que tan alta instancia se enmienda a sí misma, el separatismo va a usar esta situación para sugerirle al Gobierno que haga lo mismo para que suelte a los que están en la trena. Si el Supremo ha podido volverse atrás con una sentencia firme también podrá enmendar la plana y poner en libertad a los que están en la trena como exige Torra para apoyar esos presupuestos. Parece un dislate pero vivimos sobre unos cuantos y uno más tampoco es como para bajar la verja.
El caso es que en mi opinión, esos presupuestos no pasarán el corte pero también digo que va a dar igual. Pedro Sánchez no va a tener el más mínimo inconveniente en tirar con los que le ha dejado en prenda Rajoy y apelará además a esta circunstancia para curarse en salud y argumentar que no hace más porque ese corsé que significa la herencia del anterior presidente del Gobierno es lo que le impide desarrollar todo lo que él quiere desarrollar. En eso de la ética y la conciencia Sánchez es tolerante y no va a detenerse en minucias que puedan empañar la misión para la que se siente predestinado. Zapatero era un visionario utópico y voluntarioso aunque fuera un incompetente. Sánchez tiene mucho más peligro y una destacada parte de su propio partido lo sabe muy bien porque lo ha padecido en sus propias carnes. Para amigos como él, dice un viejo refrán, para qué quiero enemigos.
Sánchez aseguró cuando planteaba la moción de censura, que convocaría elecciones pronto. Pero no dijo cuándo. Y ahí está el truco.

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