Opinión

Paquete de contramedidas

Sospecho que ha sido la propia vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría la que ha sugerido a Rajoy la necesidad de mover ficha, y que el improcedente movimiento efectuado por la alcaldesa Manuela Carmena de apoyo al movimiento independentista catalán ha disparado el mecanismo para que el Gobierno mueva ficha. Dentro de tres días, el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, acompañado por su vicepresidente Oriol Junqueras y por el que ejerce de ministro de Asuntos Exteriores en su este gabinete -un peculiar sujeto llamado Raül Romeva que es paradójicamente madrileño de nacimiento-, acudirá a Madrid para pronunciar en una de las salas del antiguo palacio de Correos situado frente a la fuente de la Cibeles que proyectó Palacios, una conferencia  en la que defenderá la necesidad de un referéndum para que los ciudadanos de Cataluña decidan si ha lugar o no el proceso independentista.  Manuela Carmena y su gobierno municipal no han tenido inconveniente en ceder una de las salas de la sede municipal para que la expedición catalana exponga su alegato independentista. Los nuevos responsables del ayuntamiento madrileño suponen que no hay nada malo en esa cesión y que, muy al contrario, es bueno ofrecer espacio para que la gente se exprese libremente aunque esa expresión cometa, en este caso y al menos por ahora, un delito tipificado en el ordenamiento jurídico español. Un amigo me dijo en los primeros días del mandato de Carmena  que no hay nada más peligroso que una abuelita ye-ye. Que razón tiene el muy jodío…
La respuesta del Gobierno a esta posición ininteligible de la municipalidad madrileña –que supongo tendrá que poner en marcha toda la maquinaria de protocolo al uso para recibir en su casa a un personaje que no es un conferenciante más sino un presidente regional que va de visita- ha consistido en forzar a Puigdemont para que explique sus razones en sede parlamentaria invitándole a que lo haga en el Congreso de los Diputados que es la casa donde se expresan los representantes legítimos del pueblo.
Sospecho que Puigdemont va a excusarse pues preferirá el confort inocuo de un salón del consistorio al posible desamparo de las gradas del Hemiciclo.
Pero las contramedidas ya han sido lanzadas y ahora le toca contestar al catalán. Igual canta otra vez “Let it be” Dios le perdone por ello.

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