Opinión

Nunca camines solo aunque quieras

Me gustaría suponer que el devastador atentado de Manchester al que había precedido un primer episodio de barbarie terrorista islámica con Londres como escenario, ha colocado a los británicos en la posición de reflexionar al menos sobre la desventura de caminar solo o la bienaventuranza de hacerlo en compañía. Una tragedia de estas características se asimila mejor sintiendo el calor y el respaldo de una Europa amiga a la que el Reino Unido debería pertenecer por principio, y situaciones tan tremendas despiertan sentimientos de solidaridad y cariño que en soledad no se perciben. Cantaba yo unos días antes y a voz en cuello el himno oficioso del Liverpool CF. en la mítica grada del Kop situada en uno de los fondos del campo de Anfield,  y a medida que pronunciaba sus hermosas palabras compartiéndolas con los seguidores del equipo rojo a los que se les hincha la vena y se les humedecen los ojos cada vez que entonan esta  cantata gloriosa con pasado teatral y tratamiento popero: -“Camina, camina con esperanza en tu corazón y nunca caminarás solo”-, me preguntaba cómo es posible que un pueblo que dice esas cosas tan bellas en el incomparable marco de un campo de fútbol inglés apueste sin embargo por atrincherarse en su isla. Son reacciones puramente  incomprensibles fruto desgraciado de una campaña de concienciación ficticia y sin sentido. A Cataluña también le está ocurriendo y bueno es que se sepa.
La persona peor parada de este escenario irracional es precisamente la primera ministra del país, una mujer contraria el Brexit que asume la obligación de hacerlo suyo sin desearlo y debe negociar la salida a cara de perro. Hace unos días, una persona de mi entorno me preguntó cómo era posible que Theresa May pudiera estar a favor del Brexit y esa es una idea que desgraciadamente se impone entre muchos europeos ignorantes de que la premier británica era la segunda de Cameron y que aceptó la responsabilidad de sustituirle cuando él y  su partido fueron derrotados en aquel desgraciado referéndum. Cameron dimitió tanto por su desgraciada decisión de convocarlo que por haberlo perdido y dejó este marrón oscuro casi negro a su sucesora que no ha tenido otro remedio que convocar elecciones para sentir el respaldo de las urnas a la hora de pelear las condiciones de la despedida. Una misión terrible para una mujer que merecería un mejor consuelo.

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