Opinión

No me hagas elegir

Este fin de semana, Susana Díaz ha advertido a Pedro Sánchez que sus veleidades en materia de la configuración territorial de España no van a moverla un dedo de su sitio. “Pedro, no me obligues a elegir entre dos lealtades” le conminó durante la celebración del Congreso del PSOE de Andalucía al que asistió Sánchez como secretario general pero en cuyos dominios manda Susana que todavía tiene poder intacto para controlar el partido en su tierra y presidir su autonomía.  Dicen los presentes que el  aire se podía cortar con un cuchillo en esa Sevilla de duro estío que vive permanentemente a cuarenta grados a la sombra, y que allí hubo de acudir Sánchez a jugar como visitante uno de sus peores partidos. Lo primero que hizo cuando ganó Ferraz fue defenestrar de un solo plumazo a todos los “susanistas” que había en los órganos directores de Madrid. En respuesta, cuando llegó el momento de renovar los cuadros en el organigrama andaluz, Susana no dejó ni un “sanchista”  así que quid pro quo doctor Lector.
El PSOE está en una encrucijada cada vez más compleja y el famoso Congreso federal en el que la militancia encumbró a Sánchez no ha servido para nada entre otras cosas porque Sánchez se ha empeñado en acrecentar su  inutilidad. El nuevo secretario  general  podría haber desarrollado políticas de acercamiento y vías para el diálogo interno pero en lugar de aproximar posturas se ha empeñado en avivar debates que ni siquiera tocaban y ha impuesto primeras acciones que Susana Díaz ni quiere ni puede asumir. Esa estupidez de la “plurinacionalidad” que Sánchez se ha empeñado en patentar como distintivo de este nuevo PSOE que aspira a protagonizar para pasar a la Historia, es una aventura pueril que quizá satisfaga a medias a los socialistas catalanes más nacionalistas y que ha proporcionado combustible a los socialistas valencianos y a los baleares –Francina Armengol desea establecer una federación que comprenda solo a sus islas mientras el presidente del parlamento isleño dejó plantado al rey en su visita- pero no va a arrancar  ni un solo aliado en Andalucía y va a ser un lastre más que un acicate en unas futuras elecciones generales en las que el votante del  PSOE quiere escuchar otras cosas que la inconsistencia de un diseño apodado “nación de naciones” sin el más mínimo soporte ni político ni administrativo.
Para empezar, Madina se ha borrado de este disparate y se ha ido a casa a esperar mejores días. Los tendrá sin duda. Una gran parte del PSOE, y me consta, está esperando a que Sánchez se rompa las costillas para recuperar el partido y tornarlo a su ser. Entonces volverá Madina y muchos otros. Susana también.

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