Opinión

Marcha atrás

Como consecuencia de una necesidad que afortunadamente parece pronta a plasmarse en la publicación de la novela que siempre he deseado escribir y he perseguido cazando sueños, llevo años estudiando la monarquía española y muy especialmente la que encarna la dinastía Borbón cuyo último eslabón hasta la fecha es Felipe VI. Hace casi cinco años me planteé escribir un relato de aventuras con el rey Carlos III como epicentro de un complejo entramado de argumentos yuxtapuestos, y parece que la aventura llega por fortuna a su colofón y la novela será finalmente publicada a estas alturas de una vida en la que no he hecho otra cosa que escribir de todo y en todo para suerte o desgracia de mis conciudadanos.
Esa dedicación en verdad intensa al estudio de la Corona y los coronados desde que un primer rey francés de la dinastía -Felipe de Anjou que reinó durante cuarenta y cinco años con el nombre de Felipe V- ocupó el trono de España, me ha permitido calibrar también con cierta propiedad las bondades y los vicios de cada uno de los eslabones de la dinastía hasta concluir que el muestrario no es precisamente un dechado de virtudes y que, sin la menor duda, Carlos III fue con abismal diferencia el mejor de todos ellos y aquel monarcas de la saga, que merece el máximo respeto y la  calificación más alta incluyendo Alfonso XIII el soberano que dejó plantado el trono tras las elecciones de 1931 que ganó aunque prefirió marcharse.
Todos ellos, incluyendo un padre que desarrolló un excelente trabajo como monarca hasta que comenzó a  perderse y a cometer errores incalificables fruto de sus muchas debilidades, se han convertido en antecedentes de Felipe VI, el único rey en la historia del trono que ha de ganarse el puesto día a día y que desde el mismo instante en el que asumió –sospecho sin el menor deseo a la vista de cómo le habían puesto de perdido el patio sus antecesores- la compleja tarea de mantener vigente el sistema de monarquía parlamentaria ha necesitado aplicar para ello un duro y permanente trabajo. Felipe VI está demostrando una muy buena condición, ha empleado en el desarrollo de su complicada tarea una estrategia de primer nivel cuajada de actuaciones y gestos que le honran pero cada mañana se enfrenta a un reto nuevo, ahora toca el de los independentistas catalanes, sus desplantes, su falta de respeto, su deslealtad y sus actuaciones infames. Y le van a hacer sudar la gota gorda.

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