Opinión

Malo para todos

Yo no se si he escrito alguna vez que soy muy del Mirandés, el equipo de la villa en la que nació mi padre y del que mi abuelo fue presidente como acredita una guía histórica que edita el club y el mismísimo Wikipedia así que, con semejantes credenciales, está todo dicho. En este lío monumental en el que unos y otros han metido al fútbol español sospecho que el que menos culpa tiene y el que puede salir perdiendo más que cualquier otro es este equipo modesto al que la precipitación incalificable de la LPF invitándole a conservar la categoría sin resolver el caso del descendido por moroso ha llevado a un callejón sin salida sin comerlo ni beberlo. Una vez confirmado que el Mirandés ocuparía la plaza dejada libre por un Murcia al que se condenaba al descenso por no tener sus cuentas satisfechas, el equipo rojillo se puso al tajo de recauchutar su plantilla para competir en otra categoría superior y reanudó las obras para remozar su campo como corresponde a un club de la categoría de plata. A estas alturas, el conflicto está tan condenadamente embrollado que todas las soluciones que se manejan son malas y más o menos lesivas para cualquiera de los implicados y lo que es peor, cualquiera de ellas demuestra que esta no es la mejor Liga del mundo al menos en cuanto al capítulo administrativo. Por alguna razón cuyo alcance desconozco, cuando los españoles metemos la pata la metemos hasta las puntillas y reconozcamos que una cosa es el músculo y otra la gestión. De músculo andamos bien pero de gestión estamos en cueros y este episodio tan disparatado nos aboca a la risión y al ridículo. Uno se pregunta a veces por qué no se fían de nosotros y la razón está a la vista. No se fían porque son serios, sensatos, rigurosos y cumplidores. Es decir, lo contrario de lo nuestro.
Ayer por la mañana el Murcia estaba descendido, el Mirandés recuperaba su categoría y el juez que había dictado esta cautelar se había ido de vacaciones. A última hora se ha sabido que el suplente del suplente del titular del nº 7 convocaba a las partes el jueves para que presentaran sus alegaciones porque es a él al que le toca el marrón. Sospecho que una decisión que coloca el fútbol nacional en una posición tan delicada y de la que dependen apuestas, intereses económicos de todo tipo, familias enteras y muchas cosas más bien merecía que el ponente interrumpiera su periodo vacacional para resolver y marcharse después más tranquilo.

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