Opinión

Los vecinos de esa casa

A remolque del controvertido asunto de las camisetas de la selección nacional asomamos la cabeza  un pozo de conflictos sin fondo y los cronistas deportivos han optado por dejar paso franco a los de sucesos en el tratamiento de la situación por la que transita a día de hoy la Real Federación Española de Fútbol. El hecho de que el diseño del uniforme con el que va a acudir España a su cita mundialista sea un auténtico esperpento –si la camiseta titular produce escalofríos la de entrenamiento es aún más horrorosa- se adivina como problema menor en el cúmulo de disparates que aquejan a la institución que está en realidad desmantelada de autoridad y mando y ha caído en el regazo de un presidente interino que sirvió de escudero durante años al dimitido y pasado por la cárcel si bien se supone es que ambos ya no se hablan.
La RFEF es, para centrarnos en la materia, un caos. Un completo despropósito que incluye a Ángel Villar, presidente acusado de estafa y falsedad documental al que se encarceló y se puso en libertad bajo fianza, que se niega a dimitir y al que por absurdas razones jurídicas no se puede inhabilitar al menos por ahora. Está también Juan Luis Larrea, un antiguo tesorero que ahora ejerce de presidente en funciones al que los jugadores prohibieron la entrada en el vestuario prohibición que se mantiene en estas fechas lo que implica vetar al presidente. Y no podemos olvidarnos de María José Claramunt, una directora general a la que el presidente en funciones cesó de la noche a la mañana sin razón aparente a la que apoyan los pesos pesados del vestuario, los mismos que han vetado al presidente en funciones al que no reconocen como tal y con el que no quieren ni negociar. A este proceloso mar de relaciones encontradas y diálogos rotos pertenece Luis Rubiales, el candidato de los futbolistas, convencidos de que es imprescindible contar con un presidente elegido democráticamente y a poder ser, ajeno por completo a la anterior etapa. Rubianes es el aspirante preferido por el capitán Sergio Ramos, por Piqué y por Busquets, es decir, por los que mandan. Este escenario podría despejarse convenientemente si los cálculos del secretario de Estado para el Deporte, José Ramón Lete pudieran cumplirse pero ha intervenido la Audiencia y los ha destrozado. Para establecer una moción de censura contra el imputado Villar hacen falta ahora dos tercios según su último fallo.  Así las cosas, el único que podría cesarlo de oficio sería el Tribunal del Deporte. Pero esta instancia se niega a intervenir hasta que no  se resuelva la causa penal. Y esta situación puede durar años… ¡Ah! y Villar sigue yendo casi a diario a Las Rozas a ver qué pasa.
El diseño de la camiseta es por tanto un añadido. Pero también es un ejemplo de que esa casa es una mandanga.
 

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