Opinión

Los restos de Franco

Vivimos en un país muy complicado, probablemente muy cruel con sus propios hijos y casi con toda seguridad, ambas cosas a la vez. Pero sobre todo, vivimos en un país  comido por el exceso y famoso por comportarse guiado por los impulsos del momento. Es el nuestro un país irreflexivo y tan  temperamental que a menudo una parte de su población es víctima de las acciones que se desempeñan por esta secular y maldita obsesión de fidelidad al temperamento. Venga o no venga a cuento, cuadre o no cuadre. Mira que hay materias para someter a discusión y debate en el Congreso de los Diputados. Pues ese PSOE cainita e irresponsable que ha de suspender sus actos políticos programados para no tentar al destino y evitar que las diferentes fracciones implicadas en su futuro lleguen a las manos y se líen a guantazos, acaba de subir a la tribuna para, a estas alturas de la película, someter a votación en forma de proposición no de ley –la forma administrativa que toca- que se desentierren los restos de Franco y de José Antonio Primo de Rivera depositados en los sepulcros del Valle de los Caídos y se lleven a otra parte. El PSOE quiere que los restos del dictador sean inhumanos sin dictar destino y los del fundador de Falange sean trasladados a otro emplazamiento en el mismo edificio pero menos prominente si bien no se determina lugar exacto.  Como de esos impulsos fruto de la ira pasajera y muy probablemente de la ignorancia vive mucha gente, el ala dura de la izquierda del Congreso parece dispuesta en el pleno de hoy jueves a no compartir sorprendentemente esta demanda. Resulta que tanto a Podemos como a  Ezquerra Republicana la propuesta del PSOE le parece insuficiente y ambos dicen que es cínica. Pues no sé yo. La verdad. A mí me parece una estrategia mal calculada.
Los desmanes cometidos durante la Guerra Civil –que fueron   exactamente igual de atroces en uno y otro bando- no pueden resolverse asaltando tumbas ni ese procedimiento de sacar a pasear los huesos de los felones puede contribuir a arreglar aquel vergonzoso desaguisado. Lo que sí es necesario es poner a funcionar todos los medios posibles para que horrores como aquellos y los posteriores de una posguerra en manos de los vencedores no vuelvan a producirse. Por fortuna, vivimos en un país renovado y profundamente democrático. Descerrajar huesas ya no hace falta.

Te puede interesar