Opinión

Los pepinos que vuelan

Y digo yo si, a la vista de los coqueteos con el Día del Juicio que está llevando a cabo el amado líder de Corea del Norte, y teniendo en cuenta que si esta crisis que propicia una criatura peligrosa y endiosada con el botón rojo al alcance de su dedo pulgar llega a sus últimas consecuencias no van a quedar de nosotros ni las pestañas, no le estaremos dando demasiado trascendencia a lo del 1-O que, al fin y al cabo, es una fiesta de pueblo comparada con un contencioso semejante con misiles de cuatro mil kilómetros de alcance de por medio. Ayer sin ir más lejos, y para demostrar a los Estados Unidos que los pertrechos atómicos con los que cuenta este peligroso joven con cara de máscara de carnaval van en serio, ordenó el sujeto lanzar un pepino nuclear que sobrevoló Japón y fue a caer en el Pacífico en aguas próximas a la isla más norteña de las cuatro que forman su archipiélago. Los japoneses están aterrorizados pues es el segundo susto mortal que reciben en  menos de un mes y también lo están los coreanos del Sur a los que Kim Jong-un tiene sobre aviso, amenazados y en permanente estado de alerta. En definitiva, que la vieja y añorada Guerra Fría que inundó de espías, sombras y poesía el tiempo de posguerra y convirtió Berlín en el referente universal del precario equilibrio entre los dos grandes bloques, ha vuelto para quedarse en una versión muy novedosa y digna del nuevo Milenio. Más de medio siglo después de que Washington y Moscú jugaran a poner en peligro la vida en el planeta, se recobra el argumento en el Lejano Oriente y nos asomamos a una nueva Guerra Fría y su tradicional imperio del miedo. Los expertos dicen que este estado de terror larvado que amenaza a los países involucrados en el conflicto –especialmente   Estados Unidos y Corea del Norte- puede ser paradójicamente la solución más adecuada para intentar dormir el conflicto. Las potencias se temen y saben que cualquier desliz  no calculado en este juego sombrío de amenazas y amagos puede desencadenar un conflicto que nos borre del universo.. 
Por tanto, esta caterva de la que forman parte Puigdemont, Junquera y sus acólitos, que el pasado jueves sacó pechito y se jacta de su completa insumisión a las ordenanzas de los tribunales de justicia, constituye si lo pensamos bien una compañía de cómicos de barraca comparada con estas otras cuestiones internacionales de real importancia. Si a Mariano Rajoy le duele la cabeza de aguantar a esta tropa, calculo las aspirinas que estará tomando el premier japonés con la otra tropa tirando pepinos de largo alcance aliñados en plutonio.

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