Opinión

Los otros catalanes

A estas alturas y con la amenaza secesionista planteada por las fuerzas políticas independentistas que gobiernan Cataluña, aquellos a los que esta situación nos produce una pena infinita que somos casi todos, tenemos la obligación de volver la vista hacia cientos de personajes catalanes de pura raza cuya excelencia ha incrementado más si cabe la nobleza y la generosidad que ha cabido siempre en una tierra a la que una caterva de desalmados sin el menor derecho ni autoridad pretende subyugar mintiendo y manipulando para convertir un hecho delictivo en una obra de misericordia. Los independentistas que hoy gobiernan esa Cataluña cuajada de personajes ilustres en la política, en la cultura, en las artes, en las ciencias, en los deportes, en la función social, en las finanzas, en la comunicación y en todo cuanto escenario pueda y deba imaginarse, no solo han conseguido que una gran parte del territorio nacional abomine de los catalanes con razón o sin ella, sino que, primordialmente, se han cargado de un plumazo y quizá para siempre un edificio trabajosamente urdido durante años que se cimentó en la Transición y que fue remendando y cauterizando un saco de mutuos desamores, desacuerdos y enfrentamientos hasta conseguir atemperarlos y reducirlos a una senda común con sus luces y sus sombras. Desde que el presidente Suárez allanó la vuelta a casa del honorable Tarradellas otorgando al sepultado gobierno de la Generalitat de Cataluña carta de naturaleza en la nueva nación nacida de la recién estrenada democracia, los caminos de una Cataluña injustamente marginada en sus apetencias y los de una España dispuesta a recuperar la dignidad perdida se juntaron y Suárez logró lo que no había sido capaz de conseguir Cambó medio siglo antes. Esa tarea a la que se sumaron mujeres y hombres de buena voluntad procedentes de ambas orillas ha sido pisoteada y demolida por una cuadrilla intolerable que ni sabe de Historia, ni de concordia, ni de tolerancia, ni sabe nada de nada.
Hace un par de días, una cancha de baloncesto en Rumania se levantó en pleno para tributar el más cariñoso y merecido homenaje a un catalán sin par. Pau Gasol había batido el récord de puntos en un Europeo. El cinco que en ese momento estaba en pista vistiendo la camiseta roja de la selección nacional lo formaban. Navarro, Ricky Rubio, Oriola y los dos hermanos Gasol. Venturosamente todos ellos son catalanes.  Los ejemplos son tan esperanzadores como incontables.

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