Opinión

Los jurados musicales

Sospecho que no hace falta ser  muy perspicaz para entender que la ocupación de moda es ser jurado de programas de televisión musicales, un lucrativo oficio que no necesita de otras prendas más allá de un cierto gusto para el sonido y el ritmo que avenirse a desempeñar un papel previamente adjudicado antes de ponerse en marcha. Los hay francamente  contumaces en el desempeño de la actividad y existen personajes que han logrado  consolidarse y saltar de programa en programa. Hace mucho tiempo que no escucho cantar de verdad a Mónica Naranjo más allá de algún bolo  cedido al programa donde ejerce como jurado. La sensación es que ya no necesita  andar desmelenándose por los escenarios, y juzgando cantantes noveles se desempeña tan divinamente. Al fin y al cabo, ha obtenido un status envidiable en esa función en la que se utiliza una terminología casi universitaria. Se habla en efecto de jurados, de profesores o de cátedras y Naranjo ha llegado a una sabía conclusión. Mientras ella juzga a los demás nadie la juzga a ella.  Hace tiempo que rebasó la necesidad de ganarse un lugar en el mundo de la canción actuando. No es mala elección y  desde “Tu cara me suena” ha pasado a “OT” y cuando termine “OT” ya se buscará otro tribunal donde juzgar aspirantes a vocalistas que es mucho más cómodo que estar cantando. 
Joe Pérez Orive, el miembro del jurado por el que pasan los opositores para ganar Operación Triunfo, aceptó sabiendo que iba para el papel de sucesor de Risto Meijide –un sujeto de cuyas virtudes nadie sabe y al que por ciencia infusa le otorgan programa tras programa con los que indefectiblemente fracasa- y ha tratado de hacer de malo. Una de sus hazañas más celebradas fue  la elección de nuestro último intérprete en el festival de Eurovisión, el famoso Manel el del “gallo”, contribuyendo a legalizar el fraude con su voto. Pero Orive ha claudicado pronto porque es más honrado que Meijide al que  le fue bien haciéndose el indeseable como por ejemplo las muchas veces que tildó a Pablo López de “pianista de crucero de verano” y otros denuestos de parecido perfil que terminaron amargándole la vida al hoy reconocido cantautor malagueño. Meijide hubiera llamado “sacamuelas de feria” al mismísimo Paul McCartney.
Pero también Pablo López ha acabado siendo jurado y ahora salta de un espacio a otro juzgando a los noveles en uno y animándolos a que sigan su camino en otro, de modo que estamos ante un verdadero círculo vicioso del que no es fácil desengancharse.

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