Opinión

Los errores de bulto

Del mismo modo que los viquingos jamás utilizaron cascos de guerra coronados por una cornamenta como aparecen en las películas, el inmortal personaje Sherlock Holmes no se distingue en los textos escritos  por su autor, el escocés Arthur Conan Doyle, por tocarse la cabeza con una gorra de viaje provista de dos viseras. Ambos casos responden a meros detalles de pura guardarropía,  En el primer caso, los ilustradores románticos de mediados del siglo XIX vistieron a los guerreros del norte con aquellas cornamentas coronando sus cabezas para hacerlos más feroces y así comparecieron en el escenario para cantar las óperas de Wagner, y en el segundo, fue la caracterización del primer actor que lo interpretó en el teatro la responsable de este universal atavío. William Gillette no solo se vistió por propia iniciativa con la famosa gorra de viaje para salir a escena, sino que echó mano de una cachimba curva para que los espectadores pudieran captar todos los matices de su expresión que con la pipa recta se perdían. Representó al personaje en 1.300 funciones y dejó lista la imagen del genial detective asesor para la eternidad.
Por lo tanto, no todo el monte es orégano ni debemos tragar sin pestañear todo lo que nos dicen sin preguntar al menos primero. Billy el Niño no era zurdo y esta errónea suposición convertida en “viral” como ahora se dice, se debe al único daguerrotipo que existe del famoso bandido y que nos muestra –como todos los daguerrotipos-su imagen como so estuviera reflejada en un espejo. Tampoco Pavía entró a caballo en las Cortes para disolver a sablazos la I República, ni fueron las tropas de Napoleón las que arrancaron a cañonazos la nariz de la Esfinge. Pavía no se movió de su despacho en aquella jornada del 3 de enero de 1874 y existen documentos que pruebas con carácter irrefutable que la estatua ya estaba mutilada cuando la expedición patrocinada por el Emperador llegó a Egipto.
La moraleja de esta disquisición histórico-festiva no es otra que la que aconseja hacer los deberes e ilustrarse para no caer en los tópicos cien veces usados que en el caso de nuestros representantes culturales, informativos y políticos se convierten en vergonzosos errores de bulto. Como últimamente me parecen más frecuentes de lo habitual, lo comunico. No me van a hacer ningún caso pero yo me quedo tranquilo.

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